La vida espiritual no exige evitar el placer sexual, sino evitar que el egoísmo lo convierta en un impedimento para desarrollarla.

Amar nuestro pasado sexual no significa aprobarlo, sino, más bien, congratularse de que haya pasado y nos ayudara a llegar a una postura de "positividad" ante esta realidades de la sexualidad y espiritualidad.

La Iglesia cristiana desempeña el papel configurador central en la limitación y frustración de nuestras imágenes sexuales y espirituales.

Las actitudes sexuales de la historia occidental y la historia cristiana están unidas íntimamente hasta tal punto que son indistinguibles.

Esto equivale a decir que la Iglesia cristiana ha sido el artífice principal de una determinada actitud hacia la sexualidad y la vida espiritual durante los últimos diecisiete siglos.
Actitud antisexual, obsesiva y de condena de la sexualidad como algo esencial de la espiritualidad cristiana.

La actitud religiosa en el pasado ante la sexualidad en la vida espiritual era igual a genitalidad, y la genitalidad es intrínsecamente incontrolable y contraria a la autentica espiritualidad cristiana.

El pene en erección que no se puede controlar es la imagen exacta de lo que es un cristiano con respecto a Dios: un rebelde.

En esta imagen del historiador francés Michel Foucault intenta resumir en buena parte el legado cristiano de S. Agustín aceptado sobre la sexualidad del varón.

Su caricatura en la mujer la hace Tertuliano en Eva, quien, como mujer, era más sensual y carnal que su compañero y, por consiguiente, era el lugar particular de la rebelión y pecado contra Dios.



Sin exagerar los sexólogos cristianos, en la actualidad, intentan y se esfuerzan por superar los enfoques negativos y represivos del pasado sexual.
Nunca antes hubo dentro de la Iglesia católica tanta agitación por cambiar las actitudes de la Iglesia hacia la sexualidad, por impedir el cambio no deseado, tanta esperanza y tanto miedo ante lo sexual.

Vivimos en un momento apasionante y que, al mismo tiempo, nos deja perplejos en lo referente a las ideas cristianas sobre sexualidad y espiritualidad.

Se Desea que el ser humano tenga una grata experiencia al enfrentarse con el problema de la relación entre sexualidad y espiritualidad.

No será posible esto si no se coloca en una actitud de positividad ante la sexualidad.
La sexualidad es, en si misma, una realidad positiva, buena, pertenece a la creación de Dios. forma parte del ser y de la estructura de la persona y tiene funciones muy importantes en la existencia humana.

La sexualidad como tal, no es, como muchos nos quieren hacer creer un mal, o la principal fuente de mal que debe rehuirse o combatir, si bien es verdad que (como cualquier realidad humana física o espiritual) puede vivirse o utilizarse contra los valores de la persona y del Reino de Dios.


Aceptar nuestra sexualidad, su "positividad", dentro de un proyecto de vida elegido libremente, vivirla serenamente en el ámbito de nuestra fe y religiosidad, integrada y relativizada desde el Reino de Dios y sus valores, constituye la finalidad fundamental para la vivencia y desarrollo de nuestra vida espiritual desde el Dios de Jesús.

El deseo sexual para el hombre espiritual no se agota en el humano sino en el deseo infinito del OTRO con mayúscula, que sólo se sacia del todo en Dios, donde encuentra su paz. Etc...

Si Dios ha puesto su confianza en el cuerpo humano y lo ha honrado al tomar forma humana y aceptar la sexualidad humana como una forma de entablar relación con toda la humanidad, cuánto más tenemos que esforzarnos por imitar el modelo de espiritualidad y sexualidad que nos ofrece la Palabra hecha carne.

Dios eligió libremente hacerse cuerpo sexuado, sexual y erótico como nosotros.

Sugerencias leer Espiritualidad y Sexualidad

Entradas populares