La desigualdad sexual sigue siendo un rasgo importante de la sociedad mundial y no parece estar en vías de remisión

Según el reporte anual del Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNUAP).Esta desigualdad aparece, por ejemplo, en el acceso a la escuela: 600 millones de mujeres son iletradas, frente a 320 millones de hombres.


Además es muy habitual que a las mujeres se les ordene las tareas más pesadas y menos reconocidas, específicamente en los países pobres, donde la recolección de leña y la carga de agua, básicos para la sobrevivencia, es obligación de las mujeres.

Las mujeres aportan también 60% de la producción agropecuaria para alimentación, aunque no se le reconocen sus derechos económicos sobre las tierras.

La diferencia es más incuestionable en el plano político: “Las mujeres ocupan sólo 16% de los escaños en los parlamentos nacionales a nivel mundial; esto representa una retroceso de menos de 4 puntos porcentuales desde 1990”, señala el reporte.

Esa característica no es particular de los países pobres.Francia, Japón y Estados Unidos no les confieren mucha área a sus mujeres en la vida política. Es Ruanda, y ya no Suecia, el país que cuenta con el mayor equilibrio de mujeres parlamentarias.La violencia sexual también es un golpe habitual por países desarrollados y en desarrollo por igual.

Establece “la violación de los derechos humanos más difundida y más soportada por la sociedad”.

A nivel mundial, “una mujer de cada cinco es víctima de una violación o de un intento de violación en algún minuto de su vida”.

Y la violencia mata o enferma a tantas mujeres de 15 a 44 años de edad como el cáncer.

El sida se ha transformado en un sufrimiento femenino.

“En los ’80, el sida afectaba a los hombres fuera de toda proporción. Ahora, el semblante de la epidemia cada vez más es el de una mujer joven”,
Las tres cuartas partes de los casos de transmisión se verifican en relaciones heterosexuales, normalmente con el marido que infecta a su esposa.Mientras que la violencia sexual es un problema que existe sobre todo al interior de la familia, el tráfico de personas se desborda por las fronteras.

Cada año afecta entre 600 y 800 mil personas, fundamentalmente mujeres.


“El tráfico de personas está a punto de sobrepasar en importancia al tráfico de drogas”, señala con pavor el reporte.
El poco respeto que se les da a las mujeres se dejar ver además en la tasa de mortandad materna, que en los países pobres sigue siendo muy elevada.
Medio millón de mujeres mueren embarazadas o en el parto cada año, y esa cifra no muestra directrices a reducirse.


Los abortos practicados de manera oscura -debido a que se realizan en la ilegalidad, por ser prohibidos- también constituyen un “grave problema de salud pública”: su número alcanza los 19 millones al año y son responsables por la muerte de 68 mil mujeres.

El reporte subraya el costo colectivo, en especial en los países en desarrollo, de esta discriminación generalizada, insiste que la sociedad y los políticos deben de cambiar de actitud en tres poderíos: la educación para las mujeres y las niñas; la preparación y asistencias en el ámbito de la procreación; y los derechos económicos de las mujeres.

Pero el informe señala un paradójico aspecto positivo: por la extensión de prácticas anticonceptivas, “en el mundo en desarrollo, la tasa de fecundidad -el número promedio de hijos por mujer- se ha reducido, de más de 6 hijos por mujer que eran en los ’60, a menos de tres hoy en día”

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