Las extremos de las raíces de los árboles son tan propensas y sensibles que ágilmente se apartan de los terrenos donde no hay alimentos y se ensanchan hacia donde alcanzarán
agua y humedad que precisan para reverdecer.

He visto árboles frutales, bien verdes, desarrollarse en medio de un estéril y sediento desierto.
Estos árboles resisten porque sus raíces, se hacen más subterráneas, descubren ocultas corrientes de aguas profundas.

Alguna gente vive en medio del adversidad y la desgracia pero siguen transmitiendo alegría

A través de la oración, las ocultas raíces de su fe descubren los mantos insondables donde fluye la génesis del agua de la vida.



Desentierran de ella la vida y la voluntad que alimentan sus frutos espirituales. Si conducimos una vida de oración, alcanzaremos del mismo modo el discernimiento espiritual que nos transportará más allá de la quimera y del dolor hasta concebirnos apreciar lo que evidentemente necesitamos para existir, vivir en JESUS

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