MOLOKAI CONCEPCION

Cuatro meses antes de casarse, Mily terminó con su novio. El era un extranjero avecindado en Concepción. Estuvieron juntos cinco años y cuando comenzaban a planificar los preparativos de la boda ella se arrepintió. No soportó la idea de irse de Chile y alejarse de su familia. El hombre se fue del país y ella nunca más tuvo noticias suyas hasta hace poco cuando necesitó averiguar de su destino. Así supo que estaba muerto.

Durante los siete años que siguieron a la ruptura con su pareja, Milya confiesa que no tuvo ningún tipo de relaciones sexuales.

Esta abstinencia fue acentuada porque gradualmente comenzó a sufrir una serie de complicaciones de salud.

En ese tiempo, al igual que ahora cuando tiene 52 años de edad, trabajaba como secretaria.

Pertenece a una familia de clase media y al conversar con ella demuestra un buen nivel cultural.

Su estado de salud no evidenciaba mejora.

Lo que más le preocupaba eran los rebeldes herpes que no desaparecían de su boca y le impedían alimentarse con normalidad.
Fue así como llegó a pesar 38 kilos. Los médicos no eran capaces de determinar las causas de sus afecciones.
En varias oportunidades los distintos facultativos que la atendieron le consultaron por su actividad sexual, pero ella les confirmaba que hacía varios años que no tenía ningún tipo de contacto. Su situación se tornó crítica cuando fue internada de urgencia en el Hospital Las Higueras de Talcahuano, aquejada de un severo cuadro de asfixia.

-Fue un médico ecuatoriano el que sin mi consentimiento pidió que me realizaran el test de Elisa- recuerda M. en un relato que casi en todo momento brota sereno.

El único instante en que su tono de voz y su expresión facial se alteran es cuando describe la forma cómo se enteró de lo que en realidad padecía.

Mientras estaba hospitalizada, en un determinado minuto, una doctora comentó a viva voz que Myly tenía Sida.

La información la supieron las demás pacientes de la sala.

-Yo estaba semidormida y ella no supo que escuché lo que dijo.

Apenas se repuso leyó su ficha clínica y confirmó el diagnóstico: era portadora del virus VIH Sida.

Lloró todo lo que más pudo durante tres días seguidos y si hubiese tenido los medios para suicidarse lo habría hecho sin vacilación.

La primera crisis posterior a la noticia la pudo superar cuando sintió que toda su familia comenzó a apoyarla. Anular sentimientos

Mily no tiene dudas de que el hombre con quien se iba a casar le transmitió el mortal virus, pero no lo culpa por la desgracia ya que está segura de que él ignoraba que era portador. -Los dos somos víctimas- reflexiona.


Con el diagnóstico ratificado y en su delicado estado de salud, los médicos le dieron escasas esperanzas de vida. Más bien, anticipaban que ella moriría en el corto plazo.

Contrario a lo que se podía esperar, superó el primer impacto y su reacción fue olvidarse de sí misma y comenzar a ayudar como pudiera a las demás personas que estaban hospitalizadas en su pabellón, que no era exclusivo para pacientes con VIH.

Ya pasaron casi 5 años y se siente muy bien, superando los pronósticos más optimistas para una persona que sufre el Sida en forma declarada.

Tiene buen peso corporal y demuestra vitalidad.

Sigue cumpliendo en su trabajo donde nadie sabe su secreto.

Se preocupa por llevar una vida muy ordenada, lo que es fundamental para contener los estragos que puede provocar el virus.

-Con los medicamentos comencé a retomar fuerzas y decidí recolectar el máximo de información sobre el tema. De esta forma me di cuenta que el Sida no significa muerte, sino que es una enfermedad crónica que se puede sobrellevar si se cumple con los cuidados necesarios- explica.

No obstante lo bien que se ve, igual no logra disimular un leve asomo de desconsuelo cuando comenta las alteraciones que el Sida provocó en su proyecto de vida, ya que ella también soñaba con encontrar un hombre que la ame y tener hijos, lo que ahora tiene prácticamente descartado.

Para explicar su situación dice que se encuentra en un proceso de tratar de anularse sentimentalmente.

Esto es algo así como autonegarse toda posibilidad de sentir atracción por un hombre, aunque en ocasiones le sea especialmente complicado. -

Me ha pasado que a veces me gusta un hombre, pero inmediatamente pienso que es imposible. También me ha sucedido que yo le parezco atractiva a alguien y me lo han insinuado, en ese caso corto la relación diciéndole que sólo podemos ser amigos- confidencia.
Calidad de vida

ella convive con una carga viral de VIH indetectable.
Su índice de glóbulos blancos en la sangre es bastante bueno.
La única enfermedad oportunista -que son las que aparecen como consecuencia de la baja en el sistema inmunológico- que ha sufrido fue lipodistrofia, que provoca pérdida de grasa en ciertas partes del cuerpo, principalmente en las extremidades.

Considera que su calidad de vida es buena y no duda en afirmar que esta condición la logró gracias a la gran cantidad de información que dispone acerca del Sida y que ella misma se ha encargado de recopilar.
Es por esto que asegura que es indispensable que en nuestro país se aborde el tema de forma directa. -
Creo que una campaña de información acerca del Sida debe incluir la perspectiva de quienes tenemos el virus.
Tampoco se puede seguir ocultando que el uso del condón es una alternativa para que los jóvenes no se contagien, porque hay que considerar que son muchas las personas que no saben que poseen el virus en su organismo ya que deben pasar varios años antes de que se manifieste- comenta.

tienes Sida: ¿qué vas a hacer ahora?", le dijo el médico cuando los exámenes confirmaron el diagnóstico.-Intenté morir ahogado en el mar cuando mi familia me echó de la casa y no tenía trabajo- cuenta J, homosexual, de 34 años de edad.

Se inició sexualmente a los 13 años con contactos con amigos. Después de la muerte de su padre comenzó a prostituirse para obtener ingresos económicos.

No obstante, fue padre a los 20 años y convivió con su pareja durante algún tiempo.Relata que en febrero de 1994, cuando ya había nacido su segunda hija, tuvo una única relación homosexual sin condón. Fue el momento en que el virus VIH ingresó a su organismo.

Asegura que él no lo supo hasta mayo de ese mismo año.


En el intertanto mantuvo relaciones con media docena de hombres.-Hace poco supe que uno de ellos murió de Sida- cuenta.

Afortundamente, su ex mujer y sus dos hijas no se contagiaron. Ahora la mayor de ellas está informada que el papá es portador pero no que es homosexual. Uno de los sucesos más inexplicables y sorprendentes de la vida J en el momento que un ex amante le pidió tener relaciones sexuales sabiendo que se contagiaría el virus.
-El insistió a pesar de que yo me negaba porque no quería condenarlo a muerte- confiesa.
Después de tantos años no sabe si esta persona sigue con vida.-


Acompañar es lapalabra clave

fines del siglo XIX el sacerdote Damián Molokai, de la congregación de los Sagrados Corazones, se fue a vivir con los leprosos que eran abandonados en una isla del archipiélago de Hawai, para prestarles ayuda. Finalmente, el religioso también se contagió y murió de lepra.

El profundo sentido que tiene esta experiencia real es lo que inspiró a gente cercana a la congregación de los Sagrados Corazones de Talcahuano a formar, en 1994 el grupo Molokai, cuyo objetivo es apoyar a personas que son portadores del VIH o padecen Sida.-

Los acompañamos en lo espiritual porque ellos sufren discriminación, que se genera por la ignorancia que existe en nuestra sociedad .
Los integrantes de la agrupación también apoyan a las familias de los enfermos que no tienen cómo generar recursos.Pero además aportan en aspectos tan simples como escuchar a las personas que tienen el virus y que por algún motivo no puedan comunicárselo a sus familias o amigos.

El trabajo se desarrolla principalmente a través de parejas que se preocupan de un paciente.-Una de las cosas más importantes que tenemos que realizar es motivarlos para que se tomen sus remedios, lo que médicamente se llama adherencia al tratamiento, porque muchos de ellos lo interrumpen cuando sienten una leve mejoría en su estado de salud