Son los típicos pueblos que no importan a la sociedad... a veces tampoco a la Iglesia. Pero no están abandonados por Dios, son los cercanos del Señor.

Ha llegado carta de un misionero
De: Gabriel Horn ss.cc.
Asunto: Algo sobre San Juan del Oro
Para: Revista Noticias
Quiero escribir algo sobre mi experiencia en San Juan del Oro.
Como todos saben sigo trabajando en la Parroquia Santa Rosa de San Juan del Oro. (Bolivia)
Hace casi dos años, por problemas de salud de nuestro Obispo, Juan Godayol, éste nombró a tres Vicarios Episcopales, uno para cada provincia de la Prelatura y yo quedé como encargado de toda la Provincia de Sandia.
Entonces, junto con la tarea de párroco, estoy de vicario en esta hermosa provincia.
En la Parroquia formamos un equipo con Hermann (Wendling) y Paulino (Colque).
Paulino se ordenó de diácono a mitad de 2005 en San Juan del Oro y hace poco, en enero,
se ordenó de sacerdote en Lima.
Entre los tres llevamos adelante el trabajo pastoral.
Primero tengo que aclarar que en realidad se trata de tres parroquias,
pero la atendemos como una sola. (Parroquia Virgen del Carmen de Yanahuaya, Parroquia Santa Rosa de San Juan del Oro y Parroquia San Pedro de Putina Punco,
en la que trabajamos en equipo junto a nuestras hermanas ss.cc.).

Bueno, si se quiere saber algo de mí: estoy más viejo y pelado... pero como dicen
“pelos y dientes son accidentes, arrastrar los pies, eso es vejez”,
porque me siento bien joven y siempre con muchas ganas de servir a este pueblo quechua
y aymara.
Como llevo muchos años veo que me entiendo más cercanamente con la gente y siento mucho cariño de parte de toda la población.

Uno no está solo, hay una buena comunidad, vivimos en una hermosa
casa en medio de una exuberante vegetación; en la Parroquia hay
un grupo grande de catequistas
y animadores con quienes nos encontramos periódicamente.
Cosas nuevas:
hay organización en algunas comunidades, hay nuevas comunidades y capillas.
Ahora ya funcionan cuatro bibliotecas parroquiales y se está levantando la quinta en Curva Alegre (a casi 60 km. de San Juan del Oro).
Los jóvenes se organizan cada vez mejor en los centros poblados y hay al fin una mayor participación de las mujeres en la Parroquia (de unos 60 animadores, ya tenemos unas 3 a 4 damas) y a nivel de catequistas juveniles, la mitad son mujeres.

También es nuevo que producimos en el valle un café de mejor calidad, se progresa en eso; también se mejora la fruta y bueno, lamentablemente también se ha intensificado mucho el cultivo de la coca y con eso el narcotráfico.

Con esperanza se ha observado un proyecto de electrificación para nuestro valle durante todo 2005 y esperamos que en el primer semestre del año 2006 tengamos luz... y eso nos va a cambiar la vida.
También hay mejoramiento en las carreteras, etc., pero aún hay muchísimo por hacer.
Lo más bajo sigue siendo la educación y por eso como parroquia estamos empeñados en apoyar todo lo que se pueda con visitas a escuelas, elaboración de materiales para los profesores, apoyo en la formación de animadores, etc. Paulino durante 2005 apoyó directamente en la formación en un colegio de San Juan del Oro, llevado por hermanas de Santa María de la Providencia y, sobre todo, en la formación de profesores de Religión.
Hermann fue muy fiel en sus visitas a innumerables escuelas.La pobreza golpea también muy fuerte en el ámbito de la salud.
Malaria, fiebre amarilla, TBC y DTA, siguen algunas de ellas en forma endémica.
Hay mucha desnutrición sobre todo por falta de una adecuada alimentación.
Siempre se solicita ayuda a la Parroquia, la que por supuesto no puede responder frente a todo esto y a veces desespera.Para mí, el servicio de vicario es muy interesante, ya que me significa visitar a todas las parroquias de la zona y, sobre todo -aparte de prestar el servicio para las confirmaciones- comunicarme con los otros párrocos y agentes pastorales.
Trato de acompañar a estos hermanos que muchas veces prestan su servicio en profunda soledad y en pobreza. Hay comunidades como La Rinconada, a 5.200 metros de altura, con más de 15.000 habitantes, a más de 8 horas de San Juan; comunidades como Patambuco, en que la movilidad es muy limitada (el bus entra sólo una vez a la semana).Bueno, se acabó la página y no debo alargarme.

Vale la pena este servicio.

Son pueblos abandonados por la sociedad, creo que son los típicos pueblos que no importan a la sociedad... a veces tampoco a la Iglesia. Pero no están abandonados por Dios, son los cercanos del Señor, son los amigos que tiene grabados en la palma de su mano.
Hermanos con muchas ganas de vivir, de amar y de dar.
Y hay mucho qué aprender en esos valles.

Yo sigo creyendo en Dios, en Jesucristo, en la Iglesia y en la comunidad.
Saludos y que Dios los bendiga.
Gabriel

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