La desaparición del matemático estadounidense Weisfeiler está colmada de pistas no indagadas tras 21 años de secuestro

Jorge Escalante escribe hoy en en L.N.D. un artículo acerca del último desaparecido en Chile en tiempos dictatoriales.
Pone énfasis en los chocantes suicidios; también en el testigo clave que habla con medio mundo y nadie sabe su nombre; sobre refutaciones graves entre militares, carabineros, ex CNI y campesinos, y decenas de otros datos jamás averiguados que envuelven el secuestro del único estadounidense que se eterniza como un ocultado y olvidado detenido, desaparecido en Chile.
Tras 21 años del secuestro y desaparición del matemático Boris Weisfeiler, el caso se manifesta como un achaque de enfermo crónico no explorado por la medicina chilena que el Consejo de Defensa del Estado toma para llevar el caso para sanar a este enfermo restableciendo sus derechos de paciente en la comunidad.


Escalante menciona que en los últimos meses, parlamentarios norteamericanos, la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y la Embajada de Estados Unidos en Santiago han manifestado una diplomacia de “activa presencia” ante el Gobierno y el Poder Judicial chilenos.
Prueba de ello fue que en el reciente viaje de Bachelet a Washington, la Presidenta recibió a Olga Weisfeiler, hermana del único estadounidense aún desaparecido en Chile. El último “missing”, pues el cuerpo de Charles Horman, caso que dio origen al film, fue devuelto en 1974 a su familia.
El asunto Weisfeiler es parecido al del joven Jorge Matute: decenas de antecedentes apuntan a un crimen, pero la justicia no le echa el guante a los asesinos. El matemático y experto montañista de 44 años fue detenido el 4 de enero de 1985 en el cruce de los ríos Ñuble y El Sauce, en la precordillera de San Fabián de Alico, comuna ubicada en el límite entre la VII y VIII Región.
Involucrados en el hecho aparecen carabineros del retén fronterizo Los Robles y una patrulla del Regimiento Chacabuco de Concepción. Al menos cuatro campesinos vieron al norteamericano de origen soviético, o estuvieron presentes en el lugar en las horas en que Weisfeiler desapareció.
No obstante esos antecedentes que tibiamente se establecieron en el primer proceso abierto en el Segundo Juzgado del Crimen de San Carlos, la causa se cerró dos meses después y así permaneció 15 años. En 2000 se reabrió por una querella de Olga Weisfeiler y su abogado Hernán Fernández.
El caso reúne los aderezos de una novela de Agatha Christie. Militares extrañamente suicidados; un campesino ahorcado en el mismo lugar del arresto; seis personas que entrevistaron a un militar en servicio que dijo participar en la detención y aportó gran cantidad de datos congruentes, pero nadie registró o pudo averiguar su identidad; lugareños que huyen a Argentina, y contradicciones groseras entre las declaraciones de campesinos, militares, carabineros y ex agentes de la CNI.
La desaparición del matemático está colmada de pistas nunca indagadas, como es la convicción de la parte querellante y fuentes vinculadas al proceso que hoy instruye el juez Jorge Zepeda.

En 1987, dos años después de la desaparición de Weisfeiler, entró en escena el suboficial activo en el Ejército que sólo se identificó como “Daniel”. Aportó gran cantidad de antecedentes, muy congruentes la mayoría, y dijo: “Yo participé en la detención de Boris Weisfeiler y lo entregamos a Colonia Dignidad”. Sostuvo que su patrulla era comandada por un capitán de Ejército y la componían otros dos militares. No entregó sus nombres.
Desde entonces y hasta 1997, “Daniel” sostuvo en Santiago, al menos, ocho reuniones con diversas personas. Citas y nombres están registrados en los documentos desclasificados por EEUU. Cuatro fueron en la oficina del abogado Máximo Pacheco, donde dijo que su vida peligraba. En dos de ellas estuvieron el cónsul y vicecónsul de EEUU en Santiago, Larry
Huffman y Phillip Antweiler. Luego, “Daniel” volvió a reunirse sólo con Huffman en la Plaza de Armas.
Por último, en 1997, al parecer convencido de no haber sido creído, recurrió a un programa radial conducido por un cientista político –que declaró en el proceso bajo reserva de identidad–, quien contactó al entonces senador (PS) José Antonio Viera-Gallo para que presenciara la reunión.
Pero antes de eso, “Daniel” fue a la Vicaría de la Solidaridad. Si bien nunca reveló su identidad, ninguno de sus interlocutores procuró la forma de obtenerla o nunca la entregaron a la justicia. Para la parte querellante, “no es creíble” que nadie conozca el nombre real.

En la información reunida en el expediente se identificó a una segunda patrulla del Regimiento Chacabuco que estuvo en el lugar el día del arresto. La existencia de esta patrulla avala a “Daniel” cuando habla de “siete militares” presentes al momento del arresto. Este segundo grupo lo integraban los subtenientes Antonio Cortés Aravena y Luis Pardo Fernández, y los suboficiales Gabriel Díaz Morales y Héctor Aedo Toro. Sus identidades también las respaldan documentos desclasificados.
El suboficial Díaz afirma haberse alejado ese día del resto de su patrulla, para ir a fotografiar pasos fronterizos con Argentina. Y ese dato explicaría por qué “Daniel” habla de “siete militares” presentes al momento del arresto, cuando ambas patrullas suman ocho.
Estos últimos cuatro militares entran en serias contradicciones sobre lo ocurrido con carabineros del retén El Roble y con lugareños. Sin embargo, nunca han sido careados entre ellos.

Los integrantes del retén, sargentos Jorge Cofré Vega y Eustaquio Soto Vásquez y el cabo José Arias Suazo, declaran actuaciones contradictorias en las horas en que Weisfeiler desaparece, tanto sobre su presencia en el lugar como de la forma en que se enteraron del hecho. Dicen que usaron un jeep militar para “buscar refuerzos” para rastrear a Weisfeiler, pero los militares lo niegan. Sin embargo, ni unos ni otros dieron cuenta de la desaparición a un tribunal. Todavía nadie indaga por qué.
Por ello, el proceso se inició recién el 25 de enero de 1985, 20 días después, en el Segundo Juzgado del Crimen de San Carlos, pero con la “denuncia por presunta desgracia” del vicecónsul de la Embajada de Estados Unidos en Santiago, Edward Arriazabalaga.
Los carabineros sostienen que Weisfeiler “se ahogó” al tratar de cruzar el río Los Sauces desde la ribera este a la oeste, no obstante que en el lugar de su detención hay un andarivel que atraviesa el río y la casa del encargado, Marcial Sandoval Concha, está a pocos metros. Sandoval niega su presencia allí aquel día y también la de los militares. Pero éstos lo desmienten y algunos de ellos afirman que esa noche alojaron en su casa. Sandoval –quien, según “Daniel”, “sabe mucho”– no ha sido inquisitivamente interrogado ni careado con nadie.
De acuerdo al fugado de Colonia Dignidad Efraín Vedder, Sandoval “es un hombre de la colonia” y recibió prebendas de Hartmut Hopp y Gerhard Mücke, elementos activos en los crímenes de Dignidad.

Los lugareños y hermanos José Aníbal y Luis Alberto López Benavides vieron en esas horas a Weisfeiler. Luis Alberto, sostuvo que el día 4 “lo vi pasar y avisé a los carabineros de Los Robles”, porque le pareció “un extraño”. Luego cayó en diversas contradicciones y poco después apareció ahorcado en el andarivel que maneja Sandoval Concha. El aparente suicidio no fue indagado con relación al caso Weisfeiler. Según oriundos de la zona, otro hermano López Benavides huyó a Argentina porque “fue amenazado”.
Una hermana de Aladino Contreras
–campesino que encontró la mochila del estadounidense (14 de enero) en la otra ribera del sitio donde, según “Daniel”, se produjo el arresto– sostiene que ese día vio a militares cruzar el río. (Travesía que “Daniel” relata para llevar a Weisfeiler a la colonia). Ella tampoco ha sido careada con quienes niegan el hecho.
Un testigo de la zona indica en un relato extrajudicial que por esos días vio una noche a un grupo cruzar el río Perquilauquén en la balsa que controla Colonia Dignidad, y que llevaban “a alguien en mal estado”. Dice que el cruce fue anunciado desde una ribera a otra “por cambio de luces de vehículos”. Este punto de cruce coincide con la ruta que puede hacerse desde el lugar donde Weisfeiler desapareció hasta Colonia Dignidad, distante no más de 40 kilómetros. El testigo no ha sido interrogado.

La Punilla, el sitio donde –varios kilómetros aguas abajo del río Ñuble– el campesino Contreras encontró la mochila de Weisfeiler, es un lugar retirado de la orilla y casi dos metros sobre el nivel del agua, donde el río, aun con las mayores crecidas, nunca pudo depositarla. Esa es otra pista no seguida, como tampoco se indagó por qué algunos objetos de su contenido desaparecieron del tribunal de San Carlos, ni las contradicciones en que cayeron agentes de la CNI de Chillán respecto de su presencia en la zona en los días posteriores al arresto. El ex agente Guy Neckelman, amigo de Dignidad y que, según “Daniel”, estaba en la colonia cuando entregaron a Weisfeiler, no ha sido incisivamente indagado.
Aunque nadie sabe si “Daniel” aún está vivo, Olga Weisfeiler sostiene “hay muchas otras pistas nunca investigadas”. Como los aparentes suicidios en 2000 de los suboficiales Bernardo Castillo Rifo y Luis Humberto Ormeño, que al tiempo de la desaparición del matemático pertenecían al Regimiento Chacabuco. El 4 de diciembre de 2000, el cuerpo de Castillo fue hallado en el río Malleco; tres horas antes, en el patio del cuartel, Ormeño murió de dos tiros en la cabeza. ¿Era “Daniel” alguno de los dos? LINK : JORGE ESCALANTE

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