“Dios nos entrega todos los dones al precio de la fatiga” VittorioDi Girolamo

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Mónica Ortiz Otárola escribe: No necesita mayor presentación.
“Son 54 años de docencia académica”, -comenzó en 1952- apunta con sagacidad Vittorio Di Girolamo (76). “Dios nos entrega todos los dones al precio de la fatiga”, apunta mientras sonríe este afable arquitecto, pintor y profesor nacido en Roma en 1928 y avecindado en Chile desde hace medio siglo.
Creo en el destino superior del hombre, no todo se acaba con el polvo”, afirma atestiguando su fe en la trascendencia y su clara oposición al materialismo.
Es católico en religión, clásico en literatura y corporativista en política.
Dios, patria y trabajo son las grandes palabras que orientan su vida.
Pese a la distancia, se siente discípulo de Leonardo, quien no termina de asombrarlo.
Se emociona al señalar que hace dos meses cumplió 50 años de matrimonio. “En cuanto seres humanos, pequeños, siempre tenemos contacto con el soplo divino, con el espíritu”, comenta.
Lector incansable y entusiasta de las Geórgicas y la Eneida de Virgilio, también de los Diálogos de Platón y la Divina Comedia del Dante, fidelísimo a su principio de que mientras más se lee, más se entiende.
Un verso, una y otra vez, esa es la clave.
Vicerrector de Extensión de la capitalina Universidad Gabriela Mistral, inicia en estos días un ciclo de charlas sobre la vigencia de las humanidades organizado por la Revista Humanitas, de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
-¿Es posible concebir un humanismo sin Dios? -Si alguno de nosotros es capaz de concebir la idea de que el hombre es una persona de cierto género animal, incluso si son del mismo género no hay diferencias y este ser humano nace, vive y se muere, tiene poca oportunidad en su vida de experimentar todo lo que se puede experimentar en este mundo físico.
Entonces, el humanismo se entiende como el aprovechamiento de todas las posibilidades que tiene un individuo durante su vida.


¿Cuáles son las variables posibles de experimentación? Todas las que se puedan concebir. Yo y una mujer o dos y más, yo y otro hombre para cometer aberraciones en búsqueda de sensaciones, experimentar y probarlo todo con todos.
Y viviendo así, más hombre me siento como un dios.
Hago y deshago a mi voluntad. Así se concibe el humanismo sin Dios.


-¿Qué significa entonces ser Humanista? -Fue la familia católica Médicis en Florencia, en el siglo XV, quienes acogieron a los griegos que huían de las invasiones musulmanas, conocieron su cultura y civilización.
Se encantaron con los filósofos y poetas que no siendo cristianos habían intuido la revelación, intuido a Cristo.
La juventud florentina se maravilló con este nuevo conjunto de saberes que afirmaba que la persona para ser más humana conociera todo aquel pensamiento de los antiguos, su filosofía, poesía, dramaturgia, literatura, el hombre se iba haciendo más humano.
Estos hombres del pasado afirmaban que la humanidad no era un capricho del universo sino que eran personas que estaban destinadas a algo superior después de la muerte.
Qué maravilla leer a Homero, Platón, Aristóteles, Sófocles, el poeta Virgilio. Se comenzó a interpretar a la humanitas, más allá de la fe.
Se definió el Umanecimo como la coincidencia en lo que creían los griegos y la Revelación cristiana, principio que vino a confirmar lo ya afirmado por los antiguos. Eso es lo que hoy se conoce como Humanismo.

Di Girolamo se apasiona y comienza a reflexionar ante su propio cuestionamiento: ¿qué es la humanidad? “Es algo fantástico, una gran familia de aquellos que han muerto, de quienes viven hoy y de los que existirán después, destinados todos a algo superior. Gracias a los griegos y la fe, los cristianos somos más Hombres. Y aquello que no se percibe y no se muestra en griego se dice Misterio, que significa lo oculto, lo que es pero que no se muestra y si uno lo percibe y quiere seguir en ese senda se da cuenta que ante la soledad de la carne hay otra vida y uno comienza a sentir a Dios. Y ahí uno toma conciencia de que no es autor de nada y comprende lo que es la humanidad”.

-¿Qué hace que una obra sea arte hoy? -No es dominar la técnica, pero si uno le insufla un contenido como hizo Miguel Ángel con un trozo de mármol, lo transforma, le da otro aspecto que no tenía antes, y lo transforma en La Piedad.

Miguel Angel lo que hace es transformar esa materia en una mujer joven y bella que está mirando a su hijo muerto, es una metamorfosis total.
Eso es arte, con una intención que te emociona.
-Hoy se habla de un divorcio entre la sensibilidad popular y el arte; que se vive un culto al feísmo, a lo vulgar y lo grosero… -Los artistas de comienzo del siglo XX fueron llamados de vanguardia, exploradores, como las vanguardias de los ejércitos que avanzaban en territorios desconocidos. Se dieron cuenta que ellos avanzaron más rápidos que la capacidad de percepción de su público.

De pronto, lo que hizo Picasso, Dalí y otros no fue comprendido ni entendido. Fue muy rápido el cambio de las formas y texturas, el público quedó atrás respecto de los artistas.
Este arte moderno, actual, dejó atrás al público porque nadie se ha preocupado de educarlo, de enseñarle a apreciar con sensibilidad el arte, que puede ser bueno, malo o mediocre.
Un ejemplo: hoy recién se entiende a Van Gogh. Imaginen ese cuadro donde aparece un loco sentado en una silla, con las manos que aprietan su cabeza, un loco que llora su soledad y provoca un amor fraterno a los que se más sufren sin ser vistos. ¡Tremendo cuadro! -En 1999 el Papa Juan Pablo II escribió una carta a los artistas en la que les señalaba que eran “una imagen de Dios creador”… -El autor contempla lo que acaba de hacer con una dedicación plena, y que lo aprueba.
Y eso es así porque puso fuera de si aquello que es esencia de su propio ser.
Él se ve en la obra, pues se ha dado a ella.
Dios no solamente creó, sino que se ha dado a si mismo en el acto de crear. Quiero decir, no ha sido solo dar; ha sido darse.
Lo cual es muchísimo más que un acto generoso: es un acto de amor.
Dios ha creado porque es el que ama infinitamente.
Por eso creo que definir a Dios como “amor”, es menos cierto, menos exacto, que decir; “Dios ama”.
Y agrega: “Todos somos receptores de ese soplo divino, un don que me fue dado por algo superior y somos humildes ante la contemplación de la obra”.

-¿Con qué ojos se debe mirar el arte en la actualidad? -Hoy no hay crítica ni apreciación del arte. Solo se hace una mera descripción de las obras que los otros ven. Y se comenta o escribe: “este artista pasó de los verdes a los rojos, se nota un cambio cromático”. Eso no es hacer crítica, es un acto descriptivo, no hay análisis profundo de lo que significa hacer arte.

Me remito nuevamente a los griegos. Ellos nos devuelven los significados originales antiguos de la palabra arte -tanto de la teckne griega como de la ars latina- estos son la maestría, la ciencia, la excelencia del hacer bien.

Vittorio en entrevista para el Sur.

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