San Alberto Hurtado, memoria provocativa.

LA OBSESION DE SAN ALBERTO HURTADO FUE EL PROYECTO DE JESUS

Cuando Cecy llamó pidiendo la acompañara al comedor del Hogar de Cristo, no creí que estaría tantos días, hace una semana , conversando con mi interior en este recorrido de medianía vida.


Creía que no me iba a impactar más de lo habitual, seria uno de tantos trabajos que hago con gusto y voluntariamente cuando compartimos la vida con otros.
He vivido experiencias enriquecedoras, aleccionaras y gratificantes en el servicio de ayuda al prójimo, nuestro próximo, el vecino, el otro… fuera de mi.
Pero, este, no cabía en mi, no por que no quisiera, sino que alguna vez pedí estar ahí, con ellos, pero, no hice mayor esfuerzo
lo había deseado mucho...
Y cuando mi amiga me invita, las prepare para el encuentro, se supone yo sabia algo, según estas , les repetia que no se asustaran al verlos que eran como nosotros, estos cristos eran los rechazados, de quienes nunca querríamos fuesen vistos, sea por prejuicios, pon indolencia por presencia, por lo que sea….
Pero estaba ahí, en el lugar mas sagrado del mundo el hogar de Cristo, si yo voy al hogar de este, acaso con quien más tendría que encontrarme???
Que no fuese con el, con sus preferidos sus predilectos, sus regalones, sus niños viejos, humillados, desanimados por la vida vivida, inadaptados les llamamos siempre , son los sin casa, los cesantes, los charlatanes, los borrachos, los patudos, sus hijos amados...
y yo estaba como una mas de ellos.

Déjame decirte Diario que fue mas que un gusto, que un sentimiento, mas que una sensación fue querer aprender a vivir la vida y valorarla plenamente; era hora de encontrarme con el cristo roto socialmente, a quien le negamos el espacio laboral , el entendimiento y la escucha posible a sus problemas, enfermedades, manías y no manías.. eran los amados de HURTADO quienes en nombre de Cristo este supo levantar y tomarles de la mano para recuperar su dignidad perdida pues
ya JESUS había asumido sus dolores sus padecimientos para ser salvados y caminar con carga ligera por la vida.

Mas de 80 hombres, estaban esperando su alimento, quizás el único, todos ordenados y bien sentados dispuestos a cenar, viendo la televisión , conversaban de lo humano y lo divino, se dieron tiempo para orar, me di tiempo de or con ellos pero fue en el padre nuestro donde me quebré … confieso haberme llenado de dolor humano, no compadeciéndolos a ellos sino compadeciéndonos que me pregunto hasta donde llegaremos a causa de tanta desigualdad y de espantosa brecha social que ya ni queremos verlos, los hemos borrado del mapa social.

Confieso se me anuda el estómago, se me doblan las rodillas, porque se me han quedado incrustados en el corazón, sino para llevarlos aquí conmigo en mi diario vivir, que cuando respire los sienta míos, que me queme la lengua tus pobres Señor, y que jamás se me olvide lo vivido, ya no quiero mas olvido presente los necesito, te necesito a ti .
La vida de comunidad es mucho más que poner la mesa y servirla, apenas se sentarme alrededor de ella.

Carolonline

EL SECRETO DEL P. ALBERTO HURTADO



No nació para ser mediocre.

Todo lo oraba y reflexionaba al calor de su corazón apasionado de creyente. Sentía pasión por la causa que defendía y por eso estaba motivado al tope. Construir un mundo más justo, más solidario, más cristiano, más feliz, he ahí la obsesión de su vida.
Eso fue el proyecto de Jesús y, por lo tanto, el suyo.

Su secreto fue que amó a Dios con pasión y por eso amó apasionadamente a los hombres.

Predicó lo que creía y vivía. Y todo con humildad.
Nunca buscó figurar y sí servir.

Nunca dio rodeos cómodos ni pasó con un corazón distraído frente a los encontraba en la vereda golpeados de mil pobrezas.

Su ejemplo es una lección magistral de lo que debe ser un cristiano y desde luego, un religioso, cuando se vive la fe con gozosa responsabilidad.

Es una llamada a desterrar el aburguesamiento, la mediocridad y la rutina; un reclamo a lo esencial, a la alegría de la fe, al servicio de todas las horas.

Fue un hombre seducido por Jesús y apasionado por su Proyecto de Vida que es Reino. Desde este apasionamiento por Jesucristo se explica todo en el P. Alberto Hurtado.

En él se veía, se escuchaba a Jesús y por él Jesús se hacía presente y actuaba. El P. Alberto Hurtado no cayó jamás en un activismo enajenante que termina por desgastar y aburrir.
Era un contemplativo en la acción, es decir, que descubría a Dios en todo y todo lo refería a Dios. Nada pudo sustituir esa relación gratuita y entrañable, esa elección de amor, de ternura y fidelidad entre él y el Señor.

Fue un hombre muy de comunidad. Gozaba en el trato con sus hermanos y los cuidaba con comprensión y cariño.
Para él no se trataba, sobre todo, de vivir unidos alrededor de una mesa, compartiendo un mismo techo y un mismo reglamento, e incluso la misma misión. La vida de comunidad era mucho más que todo eso.

Fue un hombre encarnado pero no devorado por el mundo que le tocó vivir.

Vivió metido en el mundo pero no perdido en el mundo.

Fue un hombre embarrado en las realidades humanas pero iluminado por el ansia del sentido de todo lo humano, de su trascendencia, de su plenitud.*


Fue un hombre que vivió siempre en el fronterismo de alguna deshumanización ( vagabundos con su soledad y precariedad a cuestas), jóvenes sin futuro ni esperanza, ancianos que estorban en todas partes, sindicatos enmudecidos.

El Espíritu le urgió a vivir eso que hoy llamamos, la opción preferencial por los pobres en compromiso y solidaridad con la vida de todos esos excluidos del banquete de la fiesta y que tenían que contentarse con las migajas que les echaban.

Se la jugó por los derechos humanos tan atropellados de tantos hermanos y fue un gigante de la justicia y la solidaridad.

Siempre pisó descalzo la tierra sagrada de los pobres y de los marginados de su tiempo como lugar donde Dios se manifiesta. Hacía y hablaba.

Era un hombre de una coherencia hasta el extremo.

*Fue un hombre libre para anunciar el Evangelio desde un amor irrestricto a Jesucristo.
Las duras críticas que sufrió desde fuera y desde dentro de la Iglesia, incluso desde la Compañía, la sintió mucho pero no le amargaron su corazón y nunca lo acallaron.
No se dejó domesticar por nada ni por nadie.
Un religioso domesticado es un proyecto fracasado, una vida religiosa sometida es un carisma encerrado.

Habló con claridad pero con caridad y él mismo encarnaba lo que decía. Era un hombre coherente hasta el extremo. Lo dio todo sin exigir nada .*

Fue un hombre que amó apasionadamente a la Iglesia que, a veces le hizo sufrir por su falta de comprensión o incapacidad para mirar lejos.

Le dolieron las críticas, sobre todo, cuando venían de algún Obispo amigo y con paciencia y cariño trató de clorar los malentendidos, pero vivió CON la Iglesia, siempre EN la Iglesia y A FAVOR de la Iglesia.
Esto no significa que no le gustara una Iglesia más misericordiosa, más cercana, más modesta y gozosa.

Y trabajó para que la Iglesia fuera más imagen de Jesucristo, el que no excluye, no condena, regula la vida, sino que acoge y la regala.

Alberto Hurtado fue un profeta surgido en nuestra tierra y para nuestro tiempo.

Sintámoslo hoy entre nosotros y veámoslo por nuestras calles, interpelándonos y animándonos a ser hombres y mujeres “que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo” ( Hch, 15,25).

Así decían de Bernabé y Pablo los primeros cristianos y así dicen del P. Alberto Hurtado los cristianos que le conocieron y todavía viven entre nosotros.



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