Necesitamos ir más allá del placer: buscamos el amor sexual para ser felices

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Necesitamos la liberación sexual en una autentica vida de amor.

El amor sexual es una creación casi milagrosa.

Consiste en la mezcla del amor físico a uno mismo y a la vez a otra persona.
Consiste en una mezcla del amor captativo con el amor oblativo.

La felicidad sexual de uno depende de la felicidad sexual del otro.

La gran ampliación y exigencia de la relación sexual de la pareja actual está en vivirla y sentirla dentro de una expresión amorosa, tierna y cariñosa.

Necesitamos construir un modo de convivencia amorosa entre iguales y no estamos educados para hacerlo realidad.


El hecho del que hay que partir hoy en la búsqueda de la felicidad sexual es: el conflicto de las relaciones de pareja y del fracaso de la relaciones célibes.


El arrollador movimiento de libertad sexual nos sacó a la luz, que nuestra cultura cristiana nos había trasmitido una idea perversa y sucia de la sexualidad, de que hicimos muy bien desembarazarnos.

Pero la libertad sexual prometida no dio el fruto esperado.

Alcanzar una liberación sexual desvinculada del mundo afectivo era un mal sueño.


Si somos cristianos inteligentes y recordamos el principal mandato de Jesús: ama a los demás como te amas a ti mismo.


El fracaso de la gran revolución sexual, nos debe llevar a buscar soluciones y vitalizar las brasas encendidas de la gran revolución, en vez de apagarlas del todo.

El cristiano todo lo que hace debe hacerlo movido por el amor y precisamente en ello esta la solución para la nueva revolución que hay que hacer y que no fue hecha en el pasado.

Si la sexualidad quiere mantenerse viva, el fuego entre la cenizas debe soplar con el aire fuerte de una convivencia amorosa sexual. Necesitamos experimentar en nuestra comunicación sexual que lo importante es amar.


Que el amor cristiano es más necesario que nunca y, al mismo tiempo, una utopía irrealizable como en tiempos de Jesús.


Lo que le convierte en el mejor sexólogo de la historia al que conviene escuchar y leer un poco más.


Que la sexualidad no debe ser considerada como un aspecto marginal de la espiritualidad cristiana, sino como una realidad profunda, presente y operante en todas las dimensiones de la persona y sobre todo en la vida espiritual, que la convierte en un lenguaje de afectividad.

Que este testimonio es el que debe ofrecer el cristiano desde una experiencia religiosa.
Que la haría sumamente atractiva para el hombre de hoy.
Que están hartos de condenas, represiones, peligros, prohibiciones...

www.espirituyvida.org

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