"La Misión de Trumao" Un camino Monástico





Desde el diario de mi vida




Carolonline

Vivía yo en este verano......
Estaba descansando unos días en el campo de la Nona, tratando de cambiarle el color a mi piel; tesis que no me resultó.... y dicho sea de paso ha sido el primer verano donde apenas me doré.Bueno, así acontecían los días entre Cobquecura y Quirihue, cuando casi al terminar el día domingo 4 de febrero, me envían un recado para avisarme si atenía tiempo y ganas de asistir a un retiro monástico en la MISION DE TRUMAO. La verdad no lo dude ni una milésima de segundo, y acepté. El lunes madrugué y me vine a Concepción Para afinar detalles e interiorizarme más del asunto. El retiro monástico se vivió en "El carisma de los SS.CC." ; de quienes tanto les he hablado y uds. han leído .
Así es que partimos el martes de madrugada, dormí tres horas y las 4 y algo ya estaba en pie, deseosa de llegar al lugar.Debo reconocer que hacer silencio durante siete días era todo un reto, el convivir con otros y otras mas difícil aún. Encontré el viaje largo y tedioso, no obstante, hubo tiempo ameno. Pero llegamos al fin a Trumao, La Misión, a unos 10 kilómetros al sur de La Unión.


Un paisaje divino donde el silencio se magnificaba para poder claramente contemplar la creación en la hermana naturaleza. Y el comienzo para vivir in situ, el retiro monacal entre laicas(os), religiosas (os) y sacerdotes pertenecientes a la Congregación de los SS.CC. en la provincia de Chile.El silencio mas presente de mi existencia, se compara al vacío del corazón cuando quiere dejar de ser el mismo para ser todo en Dios.



Un Jesucristo orante, vigilante y despierto que se reúne junto al rebaño para hacer crecer y querer construirse y constituirse en templo sagrado.Image Hosted by ImageShack.us
Nada se rebela sino es mediante la fe que tenemos, mediante la entrega y el amor que nos tenemos los unos con los otros tal cual Jesús nos ha expresado mediante la encarnación de la palabra.

Así pasé durante 7 días, viviendo una experiencia inédita, que me estremecía por entera.



Fue bueno pasarla. Me atrevo a decir aquí en familia que fui ”MONJE” (a) por breves días,



en estricto rigor.
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Tuve que levantarme a las 5 y algo de la madrugada para comenzar el "ora et labora", con disciplina monástica, la cual no me perturbó, al contrario, a medida que pasaban las horas mas a gusto me hallaba.

A las 6 a.m teníamos el oficio de lectura, luego laúdes, a las 7 concluimos con la Eucaristía.
Después teníamos la Tercia, luego la Sexta, después de almuerzo la nonas en el atardecer las Vísperas, cena y cerrabamos con las Completas, a las 21,30.

De ahí un querer comunicar lo vivido;luego todos y todas nos enviábamos al descanso.
Me deleité cuando aprecié qué cada día de la vida es distinto, se admite que son desiguales, pero alcanzar a comprender que el día se hace vida en uno día a día y que cuando duermes no sabes ni quieras si despertaras mañana, al acostarnos reconocíamos lo vivido y pedíamos por la noche nuestra santa muerte. Representarlo en palabras, se me hace difícil.









A veces me pregunto si este regalo de siete días, puede ser desenvuelto a través del tiempo para rumiar cada minuto de oracíon. Siempre he buscado el conocerme, amarme tanto como el Amor recibido de Dios para cederlo a los que voy conociendo. Reconozco mi fragilidad, mi pequeñez ante este Dios misterioso que me abraza para acogerme con todo lo que sido y seré.


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