Carta a un joven sobre la libertad y el amor

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Una vez más, Pablo Fontaine sscc recurre a un género literario que le es familiar: una carta dirigida a alguien sobre algo que merece ser conversado.
- Esta vez el destinatario es un joven y el tema, de gran actualidad y amplio debate pastoral

Querido amigo:

Todo lo que ocurre con la afectividad de los jóvenes está de moda hoy día y es motivo de interminables discusiones. Especialmente ha sido notorio el impacto que ha producido la decisión del Gobierno respecto a la píldora del día después y sus consecuencias.

Me doy cuenta de que no es fácil que un joven preste mucha atención a lo que sostienen los adultos, más todavía a lo que pueda pensar un anciano y peor si es cura.

Por eso, más que exponer lo que pienso o más que aconsejar, deseo plantearte preguntas con la esperanza de que te sirvan en alguna medida para reflexionar o conversarlas con otros.

Empiezo por preguntarte y preguntarme si todos podremos estar de acuerdo en que la conducta humana tiene un sentido. Quiero decir que no es lo mismo querer a sus padres o no quererlos, ser corrupto en la política o no serlo, eliminar del mundo a los enfermos incurables y deformes o respetar sus vidas, etc.

En buenas cuentas, si estamos de acuerdo que hay el bien y el mal. Se crea o no en Dios. Independiente de eso, quedemos en que hay que hacer el bien y evitar el mal.
Otra cosa es ponerse de acuerdo sobre el contenido de ese bien o mal.
¿Estará bien que haya pena de muerte? ¿Estará bien que toda mujer decida si aborta o no?
Todo eso puede discutirse. Pero dejemos a firme que hay una conducta humana buena y por consiguiente puede darse lo contrario, es decir hacer el mal.

Supuesto este acuerdo sobre la conducta humana, hay que preguntarse si el ejercicio del sexo tiene que ver o no con el amor de la pareja humana. Parece indudable que la relación sexual puede darse sin amor.
¿Crees tú que ésa es la mejor opción?
¿O más bien podemos pensar que la vida sexual está intrínsecamente unida al amor de la pareja humana?
¿O da lo mismo?
¿Te parece bien que haya una libertad total en el ejercicio del sexo, al punto de que los humanos puedan emparejarse sin tener una pareja exclusiva como es el caso de muchas especies animales?

Entonces viene otra pregunta, ¿no será propio del ser humano comprometerse en un amor exclusivo y permanente cuya manifestación corporal es parte esencial de la unión hombre-mujer?

Si los jóvenes de ambos sexos se unen indiscriminadamente en la unión corporal, hay que enfrentar el problema de la generación. O bien se van procreando nuevos seres sin un hogar que los acoja o bien hay que buscar formas para impedir la concepción.

Lo primero es condenar a la desgracia a niños que crecen sin amor. Si se acepta lo segundo, ¿es posible aceptar que tantas uniones destinadas de suyo a engendrar deban ser anuladas? Y esto ¿para qué? ¿Para poder tener uniones efímeras que no están destinadas a expresar un amor profundo y de por vida?

Tú podrías pensar que no es necesario tanto compromiso, que la vida es para pasarlo bien sin amarras. ¿Es tan así? ¿No puede decirse más bien que precisamente lo humano, a diferencia de lo animal, consiste en optar profundamente y en amar con todo el ser?

Ahí viene el ponerse de acuerdo sobre lo que es “libertad”. No puede consistir en hacer lo que yo quiera, lo que se me antoje. ¿Es libre una mamá de abandonar a su guagua? ¿Soy libre de cortarme un brazo por puro gusto? Parece más bien que cada uno es libre dentro de un proyecto que haga más humano al ser humano y no lo animalice.

Me callo por falta de espacio, pero lo dicho basta ya para reflexionar.

Te saluda con afecto,

Pablo

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