Jon Sobrino y La Teología de la Liberación

Enviado por el 18/03/2007 a las 16:02

Desde el Diario de una niña vieja
Quiero antes reafirmar que la Iglesia se identifica con los pobres, los oprimidos, más aun en Amerindia donde reina un sistema económico y social discriminante.
En estas semanas el jesuita Jon Sobrino sale a luz por las notificaciones del vaticano que no aprueban sus tratados teológicos sobre Cristo. Jon Sobrino teólogo fecundo en el amor de Dios, representativo de la región de la América Central. Gran teólogo de la liberación que quedaba por “desactivar” por otros participantes de iglesia. Un fiel jesuita de 68 años, voz teológica de los marginados de los marginados, leyendo su historia personal conoceremos que sobrevivió, en noviembre de 1989, a la masacre de los escuadrones de la muerte salvadoreños, en la que fueron ejecutados seis de sus compañeros y amigos, pero no ha podido en estos días esquivar la “cuchillada” de la Curia en Roma.
El Vaticano ha notificado a Sobrino por su obra teológica, además se dice no ha impedido ni promulgado sanciones contra esta, sin embargo, ha cuestionado y avisado que algunas de sus teorías, sobre todo Cristológicas, pueden ser desacertadas .
Tenemos que leer con atención sus lecturas,ya que el Vaticano señaló como “erróneos o peligrosos” algunos escritos de la teología de la liberación.
La divulgación de la notificación oficial, fue conocida el miércoles 14 de marzo, es una muestra más de una larga divergencia, 30 años de discrepancias entre la curia romana y Sobrino en razón a la forma de entender la representación de Jesucristo .En una carta enviada al Padre Superior de la Compañía de Jesús, el religioso preserva sus planteamientos y se lamenta de los tiempos difíciles que le toca vivir a causa de la postura de la Teología de la Liberación.La condena de la voz de referencia de “la Iglesia de los pobres” convierte al jesuita en el primer “mártir” del Papa Ratzinger.Estaré siendo extremista en mi comentario? ¡Quizás! Pero ovbviémoslo, estoy elucubrando.


¿Qué se esconde detrás de la condena a Jon Sobrino?
El actual pontífice, como prefecto de la Doctrina de la Fe, dirigió una campaña de represión, que trajo sanciones y críticas para más de un centenar de teólogos. Todas, excepto la de Hans Küng, inculpado en 1975, llevan la firma de Ratzinger .
Una campaña que se hace notar en 1985 con la condena del franciscano brasileño Leonardo Boff. Pero más que centrarlas en matices cristológicos, deben verse intrínsecamente del contexto de sospecha y de rechazo de la curia romana hacia la Teología de la Liberación, de la que Sobrino es uno de los teólogos más representativos y de los líderes principales.
En el siglo XX se han vivido en América Latina procesos de liberación y luchas de las clases populares por librarse de la pobreza, del sometimiento y de la violencia institucionalizada mantenida y promovida por el poder y las oligarquías, los descendientes de la clase encomendera y las potencias colonizadoras exteriores.

La obra de Monseñor Romero y la teología de Jon Sobrino se insertan dentro de este contexto. Hay que darse cuenta que estos movimientos de liberación y la acción de Oscar Romero y otros, no son hechos aislados de la historia ocurrida en el siglo XX.
Sucedieron en el siglo XX, pero se enmarcan dentro de un proceso de liberación que aparece desde el comienzo de la conquista de las Indias, más específicamente con el sermón de fraile Antonio de Montesinos en 1511 en La Española.

Muchas de las acciones recientes de los movimientos populares en América Latina, sean del símbolo que sean, tienen su origen en los trazados ideológicos y libertarios de un grupo de frailes y obispos de los siglos VXI y XVII que escogieron por la liberación del indio, del pobre, como el espíritu bíblico que se remonta al Éxodo, y que halló un grupo de obispos, en los días de Medellín y Puebla durante la segunda mitad del siglo XX, a sus principales sucesores.
De José M. Gómez-Tabanera, ha concluido y sin ambigüedades que Fraile Bartolomé de Las Casas se puede “considerar como un primer anticipado de la llamada Teología de la Liberación“.
Los teólogos de la liberación son conscientes que su escuela no nace en el siglo pasado, sino que se localizan en un hito fidedigno entre los lascasianos de los siglos XVI y XVII, cuya teología y pensamientos “vuelve a resurgir más poderosa que nunca hoy, al adjudicarla como cosa propia los llamados teólogos de la liberación, que se explican en una Ibero América irredenta“.
Lo que ocurrió con monseñor Romero en 1980 ya había sido historia con el obispo de Nicaragua, Antonio de Valdivieso, muerto a puñaladas por la clase encomendera en 1550.
En el comienzo de la nueva época marcada por la caída del muro de Berlín y de los socialismos reales y caracterizados por la globalización, mundialización del mercado y conquista del neoliberalismo, pareció que la Teología de la Liberación había muerto.

Pedro Trigo, SJ, escribió que el que la Teología de la Liberación no esté en los primeros planos de la información como estuvo en las décadas pasadas, no quiere decir que esté extinta, que no sea real y que no tenga futuro.
Lo que ha acaecido es que el poder dominante no puede consentir que la T. L. ponga la institución eclesial al servicio de la liberación del pobre. Admite que se haga caridad a los pobres, pero requiere que la institución de la iglesia esté al servicio del poder y de sus intereses, y que legitime y sacralice su valer.

Pero como la T. L. se pone al lado del pobre y entiende a la iglesia como herramienta para su liberación, la condena, margina y priva a través de la fuerza mediática que ostenta.
La mayoría de la jerarquía eclesiástica en América Latina está, hoy inquieta en salvar la institución eclesial, en retener y conservar el mayor número de adeptos frente al entusiasmo luchador e interesado de las iglesias evangélicas, lo que le permite conservar el poder y el influjo social proporcional a la cuantía de su feligresía, en mantener y aumentar su poder social en connivencia con el poder dominante, en hacerla fin en sí misma y no medio e instrumento de liberación, que en ponerla al servicio de la liberación del pobre, lo que crearía problemas sociales y conflictos con el poder dominante, que le despojaría de espacios de poder social y político.
Dios, por su ser y por su esencia, no puede estar del lado de la injusticia y de quienes la incitan, opta, más bien, por la justicia y por quienes son víctimas de las injusticias: los pobres, marginados y excluidos.
Entonces Dios mismo es su salvador y fidedigno soporte de la Teología de la Liberación, cuya tarea sigue siendo la humanización de las personas y de la sociedad

Claves de la Teología de la Liberación

Defiende al pobre como lugar teológico privilegiado de la manifestación de Dios.Apuesta por la perspectiva del pobre y de su liberación como óptica desde la que leer los acontecimientos y releer la Historia.
La salvación cristiana no puede darse sin liberación económica, política, social e ideológica, como signos visibles de la dignidad del hombreLa pobreza es un pecado social, que contradice el designio de Dios
El mundo es un mundo de víctimas, de personas excluidas, que constituyen una nueva edición, aumentada y refinada, de Auschwitz.Si Auschwitz fue la vergüenza de la Humanidad, hoy lo es la exclusión de millones de seres humanos, la muerte de millones de personas indefensas que no tienen ningún tribunal al que recurrir para defender su inocencia y denunciar a los culpables. La opción preferencial por los pobres
Fuentes
es.wikipedia.org,
www.proconcil.org,
www.correodigital.com,
www.elsalvador.com/


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