“Los adolescentes de hoy se derriten ante el primer problema”

Para Pilar Sordo, ésta es una generación gobernada por la lata, "desde que se levantan hasta que se acuestan", generada por los cambios sociales y valóricos al interior de las familias. "Tienen demasiadas cosas. El 80% de sus problemas es porque los papás les hemos dado todo. Son una generación "sin hambre" de vida, de sueños y de fuerza de voluntad, factor clave de la felicidad".


Cada vez que alguien dice que tiene un hijo adolescente, incluida yo, recibimos como comentario, casi una sensación de pésame o condolencias y en el mejor de los casos un suspiro cariñoso que nos da ánimo para tan difícil período de la vida.

Sin duda alguna esto forma parte de nuestra costumbre nacional de anticipar tragedias, cada vez que contamos algo que pudiera tenernos felices. Si estamos enamorados, estamos felices sólo porque estamos empezando; si nos vamos a casar, entonces el drama viene después de aquello. Si no tenemos hijos, 'espérate a que nazcan, ahí sabrán lo que es bueno'; si tienes un hijo y dices estar feliz, espérate a tener dos, ahí viene el drama. Podría seguir eternamente anticipando desgracias, pero frente a los adolescentes los augurios siempre son catastróficos y creo que es muy injusto para este hermoso período de la vida.

Incluso el nombre adolescente, a veces siento que no me gusta. Adolescente significa que adolece de algo, algo le falta, pero yo me pregunto ¿a quién no le falta algo? Todos estamos en la vida en proceso de adquirir y de aprender, no sólo los adolescentes.

Hay muchas cosas que son similares, pero creo de verdad que tienen tintes y matices diferentes, sin lugar a dudas por cambios sociales y, por qué no decirlo, por cambios valóricos dentro de nuestras familias.

Esta generación a mi juicio es una generación que está gobernada por la 'lata' desde que se levanta hasta que se acuesta, pero es una lata que es más profunda de la que se esperaba que tuviéramos nosotros en nuestra época. Creo de verdad que el 80% de los problemas de nuestros hijos es porque los papás nos hemos esforzado demasiado en darles 'todo lo que necesitan', y siento que ellos 'necesitan' otras cosas. Esto genera que los adolescentes - independiente del nivel socio–económico en que se encuentren- son una generación 'SIN HAMBRE' de vida, de sueños y de conciencia de esfuerzo.

Quiero dejar en claro desde ya que no todos cumplen estas características. Existen miles de adolescentes que tienen sueños grandes, que se esfuerzan por lo que creen y que, como siempre digo, conocen los sábados y los domingos por las mañanas. Estos adolescentes pertenecen a grupos de referencia como pastorales, grupos scout, practican deportes y por sobre todo tienen padres que ejercen con ellos límites claros, configuran un cierto equilibrio entre la ternura y la firmeza con ellos. Y, por sobre todo, son padres que esperan muchas cosas grandes para ellos y los estimulan a ser responsables. Son padres presentes en lo bueno y en lo malo. Es como si fueran padres a la antigua, pero incorporando elementos de modernidad.



Este grupo de adolescentes puede tener las mismas características de los otros, pero han ido educando el factor clave de la felicidad del siglo XXI: la fuerza de voluntad. Todo parece indicar que el educar fuerza de voluntad en estos tiempos es una tontera, entonces los adolescentes se están autorregulando solos en sus comportamientos, no entendiendo los adultos a cargo de ellos que la ausencia de límites genera angustia en ellos todo el tiempo.

Si a esto le agregamos esta falta de hambre por la vida y que además casi todos los cambios psicológicos en los niños se han adelantado casi dos años, entonces se nos configura un 'personaje' aburrido, poco agradecido de lo que posee, que tiene una enorme capacidad para ver lo 'malo' de todo y que se comunica muy poco con los que viven con él y mucho con los de afuera.

Pero seamos honestos, estas características son aplicadas en primera instancia por nosotros los adultos, que por ser una generación que parece que entendió que la felicidad se compraba, andamos con una 'cara de deuda' maravillosa y esto nos lleva a hacer muchas cosas 'urgentes' y pocas que son importantes, en relación sobre todo con las relaciones afectivas. Somos nosotros los que no agradecemos las cosas simples de la vida, porque suponemos que bañarnos con agua caliente, oler el pan tostado y percibir el sol en nuestros rostros es una tontería y por lo tanto los niños no han aprendido a agradecer nada de lo que tienen porque suponen que así debe ser.

Tenemos los adolescentes que nos merecemos tener, no cabe ninguna duda, pero de todo corazón para que ellos puedan desarrollarse del alma, necesitan adultos más claros en lo importante y en lo accesorio de la vida. Más definidos en los conceptos de autoridad y, por supuesto, más presentes en las cosas del alma.

De esto dependerá que puedan ser alegres, positivos, y formadores de sueños como muchos que conozco y que me gustaría ver más en este 'especial país'.

Pilar Sordo, sicóloga.

(Ensayo. Fuente: Revista Ya)



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