La Iglesia en Chile también tiene rostro de mujer .

Diario de vida
Estoy lejos de polemizar, sin embargo, creo importante desde mi blog inicie una reflexión cristiana acerca del tema, asunto de todos/as, una cuestión de humanidad,toda forma de discriminación, en este caso en la mujer debe ser eliminada, pues es contraria al plan de Dios.

La mujer está sola y es vulnerable en la iglesia, mayormente en lo cotidiano de la sociedad; lo que se revela a la luz de un patriarcado descarado, pues los varones se atribuyen todo el poder, algunos de ellos, no todos. Esto un escándalo para el mundo del siglo XXI debo reconocer que hay mucho que reparar, pues, existe una esperanza fragmentada para muchas mujeres dentro de la Iglesia así como nuestra inserción social no ha sido completa, reconozco que la Iglesia es baluarte de la masculinidad, un punto que hay que dialogar cara a cara si queremos construir un mundo mejor.

La temática de la mujer y más recientemente de género, son realidades sociales que no conviene ignorarlas, si religiosamente queremos hablar el lenguaje de los hombres y las mujeres de hoy, donde ha de encarnarse el mensaje de salvación que se quiere anunciar pues la vida se hace más humana si mantenemos relaciones equitativas y fraternas; esto es aprender juntos cuando logramos salir de nosotros/as si rompemos límites y barreras encontrándonos con lo diverso que tan bien nos hace.

Cristo, nos invita a relacionarnos con los demás como nosotros/as querríamos ser tratados/as; él suprime toda violencia desde su presencia y más aún la violencia contra las personas a las que debemos concreto amor.
Voy comentar, más detenidamente, sobre la violencia contra la mujer en lo social y su participación en la Iglesia.


Dos frases que ameritan una se extienda y se contraiga, se conmueva y sea alzada la voz del corazón frente a la injusticia de ser mujer y cómo se nos ha mirado desde tiempos remotos.

Jesús, pilar fundamental, se sitúa con quien sufre, su mensaje y su enseñanza amorosa construye la Iglesia contra toda violencia que atente al ser humano. La Iglesia es contraria al horror de la violencia de género, o violencia doméstica.

Tenemos que asumir responsabilidades, preguntarnos qué ocurre en nuestra sociedad, pues nuestro amado Jesús se puso de parte de todas las mujeres, las maltratadas, humilladas, explotadas no solo ayer sino siempre.
Hay que examinar este problema de violencia hacia la mujer desde y con Cristo, quien nos interpela en lo actual para reflexionar, asimismo considerar que la evangelización se verá enriquecida con el aporte de las mujeres propiamente tal, sea testimonial, en la liturgia, en la teología, la espiritualidad, la moral, actos de vida comunitaria, de pastoral, etc., el Reinado de Dios se hará posible evidentemente si es vivido y transmitido con el testimonio de Iglesia en la que compartan en igualdad fraterna mujeres y varones.

Si fijamos nuestros ojos en Cristo, veremos la reivindicación de la mujer, signo de la acción del Espíritu Santo entre nosotros/as; luego, toda forma de discriminación debe ser eliminada puesto que es contraria al plan de Dios.





Cuando se efectúo el Concilio Vaticano II, hace más de 40 años, se envió al mundo un recado dirigido a todos y a todas sobre la mujer, decía lo siguiente: "Ha llegado la hora de que la mujer adquiera en el mundo una influencia, un peso, un poder, jamás alcanzados hasta ahora". Jesús entrega mensaje de alegría, de libertad, de gozo. Y en cambio nunca estuvo en él darnos un mensaje de miedo, de culpa, de no poder hacer nada de nada. Debemos reconocer, que la Iglesia católica no se va a renovar no solo con los laicos sino que tb. Con laicas, tanto ellos y nosotras somos sujetos esenciales de la evangelización.

Pero se nos hace difícil por este acervo cultural machista.

Juan Pablo II escribió:"La mujer no puede convertirse en objeto de dominación y posesión masculina, y esto concierne también a los diversos campos de convivencia social, a aquellas situaciones en que la mujer se encuentra en desventaja o en discriminación por el hecho de ser mujer" (Mulieris dignitatem 10).

Pues reitero desde mi fe y convicción moral lo necesario y lo urgente en recrear conciencia de camino “la queda por andar” para que el Reinado de Dios se manifieste totalmente desde el testimonio fraterna se de y se valorice en igualdad entre mujeres y hombres; a su vez contribuir insertos en la sociedad con testimonios válidos construir un sociedad basada en equidad de género.

Los movimientos de mujeres son motivadas para obtener justicia social y de diálogo, que aspira a crear una sociedad nueva que tenga también rostro femenino junto al masculino en un clima de verdadera tolerancia y respeto, uniendo fuerzas para eliminar entre todos la violencia doméstica, analizando serenamente las cosas, con la libertad de espíritu y la fuerza que se necesita para rectificar lo que sea preciso.




Desde la Iglesia cada laico y laica debe colaborar voluntariamente en conciencia Dios nos ayuda a todos/as pero hay que conversarlo, hacerlo real, no quedarse en palabras sino transmitirlo en hechos. No hay que callar frente a la violencia física o espiritual, a veces se abusa de parte de quienes tienen el poder, estimulando al “no hables”. Hay que hablar y evidenciar toda calaña injusta o violencia. No desistir ante la opresión por miedo, prejuicios o bienestar.

Las mujeres somos humanas, por tanto hay que exteriorizar lo que se vive, con la misma libertad y autoridad del hombre porque también hemos recibido el Espíritu.; tremendamente necesario dejarse conducir por el Espíritu del resucitado, que representa la dimensión de sabiduría, de ternura, de compasión, de vulnerabilidad presente en la realidad humana como un todo.
Hay caminos nuevos, aunque sean complicados de encontrarlos, ya que la Iglesia Católica sigue prisionera de prejuicios propios de la sociedad greco romana, de la negativa concepción de la mujer donde ha tenido mucho que ver el pensamiento de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino, hay que derribarlos pues obstaculizan los caminos de la fe y la esperanza.
Pues no puede en nombre Dios, el excluir a la mujer cuando, hemos visto, que Jesús abogó en su evangelio un discipulado de iguales.
Debe anidarse en nosotros/as el profundo convencimiento que hombres y mujeres somos diversos e iguales como reflejo de la vida de Dios. Justamente en la diversidad declaramos que Dios es el que hace posible el encuentro.
Entonces la pregunta es cuándo nos juntaremos a dialogar, declarando en conciencia nuestra diversidad sea hace fructífera cuándo nos miramos como Cristo mira. Dónde está esa mirada, esa acogida, por qué tanto silencio. Quizás en el silencio (lenguaje de Dios) encontremos más señales de camino, no obstante, no callemos frente al dolor, frente a la violencia, la marginación, sobretodo hoy que la mujer muere a manos de quien dice amarle, o es maltrada de palabra y obra por ser mujer. ¿Dónde estás Señor?


Fuente: La Biblia y documentos leídos e interpretados desde La CONFERRE


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