¿Quién no necesita un camino espiritual donde integrar su vida sexual?.


Por espiritualidad cristiana entendemos vivir la acción del Espíritu de Jesús y en ese vivir entra toda la realidad de la persona, ser profundo, su identidad sexual, no se trata de actividades, ni medios, ni ideología ni idearios religiosos, ni proyectos de vida.


Es la vida misma, la manera sexuada de vivirla, de vivirse, de ser sexuado. La espiritualidad es constitutiva de la identidad humana y sexual.

Y la identidad personal sexuada está constituida por la espiritualidad, como elemento conformante, no como elemento puramente integrador y añadido.
Es la persona entera, global la que está formada por la espiritualidad. Dios no es un elemento añadido a la persona, como tampoco lo es la sexualidad. Forman partes del ser, de la identidad del cristiano.

Hoy son cada vez más las personas creyentes y no creyentes, las que sienten una profunda necesidad o anhelo de una sexualidad integrada en su vida espiritual.

Una espiritualidad que no sea moralizante, normativa, pesimista, condenatoria de nuestro mundo y cultura sexual.


Que se base en el amor y que acoja a las personas que viven el amor allí donde se encuentran. Que responda a una actitud optimista para animar a las personas a vivir y no con ojos pesimistas que nada de hoy ven bueno, todo lo sexual menos la reproducción, lo condenan y lo ven peor que la Sodoma y Gomorra del pasado.

Buscan en su fe y religiosidad una fuerza que las oriente, las guíe, las proteja y las conduzca a una espiritualidad realizadora de la sexualidad y les conceda un espacio en el que sus inseguridades, inhibiciones y temores sexuales no tengan ya ninguna fuerza. Lo que menos necesitan son normas y condenas amenazadoras de los que se tienen o se llaman piadosos. Conozco a muchas personas que se consideraría más creyentes, maduras y religiosas, si su sexualidad encontrará más aceptación positiva y ayuda para vivirla en su vida de fe.

No pocas personas dentro y fuera de la Iglesia se perciben a sí mismas en su vida sexual interior y exteriormente desgarradas, enfermas. Muchas llevan mal sus miedos, represiones, permisiones, inhibiciones, temores, culpabilidades y los duros estados depresivos en los que caen por no poderla ver de forma positiva y integrarla en su vida espiritual. Buscan una fuerza espiritual que las siga guiando y no la encuentran en su propia religiosidad o espiritualidad.

Buscan, necesitan una vida espiritual que las proteja y las conduzca a un espacio en el que sus temores e inseguridades no tengan ya ninguna fuerza. Lo que menos necesitan es un religión, que les ofrece un camino de vida espiritual de condena, que les aleja de los medios espirituales que necesitan para reencontrar el camino perdido. Lo que menos necesitan es una Iglesia y una jerarquía que solo le ofrecen condenas amenazadoras por los errores sexuales cometidos. Constantemente me encuentro personas que se castigan y acusan a sí mismas por no poder vivir la sexualidad como lo exige su fe, para ser más religiosas o más devotas.

Son personas que no necesitan una religión o vida espiritual moralizante, sino una vida de fe sanadora y portadora de fuerza para caminar hacia delante a pesar de sus grandes heridas sexuales. No necesitan de unos directores espirituales como instancias acusadoras de su vida sexual.

Necesitan directores espirituales que como maestros de vida espiritual, les sepan explicar claramente con benevolencia y amor compasivo lo que es bueno en el campo sexual para ellas.


Lo que es bueno para su vida espiritual en este campo. Que les digan a ser posible con el ejemplo de su vida sexual: aquí vas a encontrar alimento positivo, higiénico y sanitario para una vida sexual integrada en tu vida espiritual. Personas que como buenos pastores espirituales saben donde estas los buenos pastos sexuales, por donde podrán seguir adelante en sus errores y fracasos, porque ellos viven y conocen el camino que conduce a los pastos que llevan a la autentica y verdadera libertad sexual.


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