Huir del discurso rancio de "lo permitido" y "lo prohibido" ¡Libertad que se aprende!






Libertad que se aprende por Dolores Aleixandre.
Hoy vivimos la fe en medio de un mundo de increencia, necesitamos una obstinada
decisión para empezar a vivir ya en la clave de lo que la Palabra nos anuncia y fiarnos
del que la pronuncia, más allá de cualquier comprobación inmediata por nuestra parte.
Pero para eso hace también falta una buena dosis de libertad y de independencia de la opinión dominante y empeñarnos en ese aprendizaje vital, siempre inacabado de llegar a ser alguien abierto y dialogante con todos, pero con la tranquila firmeza de quien no teme expresar sus convicciones, más allá de la aprobación o desaprobación
ajena.
No es un algo fácil de conseguir ni de encontrarle “el punto” porque se pueden rozar las posturas integristas de quienes se sienten en posesión absoluta de la verdad y defienden con soberbia y dureza las propias seguridades. Pero, por otro lado, quien emprenda ese "itinerario espiritual", va a necesitar mucho temple y mucha audacia, porque los que se deciden a sacudirse el conformismo y las explicaciones chatas sobre
la vida, son calificados con frecuencia de ridículos, en tiempos en los que ni la inquietud ni las opciones contraculturales están de moda.
Ir haciéndose críticos ante esa pretensión tonta (sí, sí, tonta...) de las "marcas", de otorgar un código de identidad y de reclamar adhesiones casi en claves bíblicas: "No tendrás otras deportivas distintas de mí"; "Los que me son fieles se convierten en raza elegida, en pueblo de reyes...” Buenísima costumbre la de reírte de sus pretensiones.
Huir del discurso rancio de "lo permitido" y "lo prohibido"; no es un buen lenguaje, sobre todo porque es ajeno al espíritu del Evangelio que jamás presenta el seguir a Jesús como un mero cumplimiento de normas, sino como el descubrimiento de un tesoro escondido en un campo, tan fabuloso que el que loencuentra se llena de alegría y comete el desvarío insensato de tirar por la ventana todo lo demás (Mt 1, 44).
Hacer la experiencia de esa "chispa de locura
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