Monseñor Romero, Funes y la Reconciliación





Rev. José Miguel Torres*

En el reciente triunfo del pueblo salvadoreño, el Presidente Funes ha mencionado como su gran referente y horizonte ético el pensamiento cristiano revolucionario de Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdamez.

En el momento que vive América Latina, cuando la siembra comenzada en la radicalidad guerrillera en los 60, representada por Daniel Ortega tiene una segunda oportunidad sobre la tierra en Nicaragua. Cuando las etnias originarias quechuas y aymaras, dominadas por siglos de sangre y dolor, ahora ven levantarse de nuevo el sol con las afirmaciones nacionalistas de Evo Morales y el legado de Juan Lechín, Paz Extensoro, Juan José Torres y Néstor Paz.

Cuando Hugo Chávez con sus esfuerzos del ALBA trata de darle sentido social a la riqueza de las naciones, dándole así continuidad al nuevo militar revolucionario que Bolívar inspiró y Velazco Alvarado trató de construir con su reforma agraria, tributaria y educativa, etc., etc. Cuando Lula da Silva, el obrero metalúrgico fundido como el acero en el sindicalismo de la sidelurgia, pero también con el legado de Helder Cámara, Pablo Freire y su concienticiación popular, Francisco Juliao y las ligas campesinas, más las Comunidades Eclesiales de Base, fundamento y conciencia durante el cautiverio militar propiciando la resistencia del partido de los trabajadores hoy en el gobierno.

Cuando Cristina Kirchner, desde las madres y abuelas de la Plaza de Mayo y sus reclamos por los miles de desaparecidos, diciéndonos que no se puede borrar la historia para que las luchas no sean inútiles. Evocándonos al Rector de Mendoza, uno de los padres de la Filosofía de la Liberación, Rev. Dr. Mauricio López, de los Discípulos de Cristo, asesinado por Videla, quien en 1958 visitara la UNAN de León y el Dr. Mariano Fiallos Gil le invitara al paraninfo a trabajar las conferencias sobre Existencialismo, Marxismo y Cristianismo.

Cuando la Presidente Bachelet, con la herencia y la responsabilidad histórica de la Unidad Popular de Allende, espacio y vanguardia de la izquierda cristiana organizada como partido y articulada estratégicamente para ser germen de los cristianos por el socialismo en América Latina.

Tabaré Vásquez del Frente Amplio uruguayo donde las experiencias de reconciliación de los contrarios, incluidos los tupamaros, superan los desacuerdos antagónicos, de clase e ideológicos más profundos para enfrentar la extrema miseria y que no haya un solo niño con hambre en el país de Raúl Sendick.

El Obispo Fernando Lugo, en un occidente cristiano, donde no se quiere ninguna iglesia y las instituciones religiosas son desconocidas, objeto de burla y menosprecio, él casi como un aborto en la tierra de la dictadura de Strossner, es llamado más allá del templo y del oficio religioso, a un nuevo modo de vivir el evangelio y en su caso como práctica de la Teología de la Liberación. Tiene que demostrar que más allá del poder que seduce y corrompe y conlleva una política sin ética, la autoridad sólo puede venir del servicio, visible en la solidaridad que no debe perderse jamás en los cristianos revolucionarios, aunque se tenga que desembocar en medio de la opción por los pobres, en las conflictividades que están en la base de las relaciones sociales de producción.

Colom en Guatemala, aunque social demócrata, pero con los desafíos más complejos a superar por la irracionalidad, autoritarismo y arbitrariedad de las instituciones militares, policiales y estatales heredadas. Donde el solo hecho de lograr una sociedad más justa y pacífica que se funde en el derecho, la libertad y la igualdad y en que la mayoría de los ciudadanos indígenas alcancen su bienestar, respeto, satisfacción y la realización de la finalidad de sus vidas será un hecho revolucionario.

La experiencia con Rafael Correa, heredero de la lucha por las 200 millas marítimas que siempre afirmó el Ecuador y el Presidente, quien viene también de una extracción cristiana, liberadora y ecuménica.

Honduras con una autonomía digna de imitarse, capaz de integrarse al ALBA y respetar la autodeterminación de los pueblos, al establecer relaciones con Cuba, incluso desde los tiempos de Villeda Morales, lo cual habla de un liberalismo socialista, que puede ser un modelo a explorar en América Latina.

Es en este contexto que el horizonte ético del pensamiento cristiano revolucionario de Monseñor Romero que refiere Funes puede perfectamente ser el fundamento y la fuerza de la actual conciencia histórica que le dé sentido a la política y a la vida humana en América Latina en esta etapa de su transición revolucionaria.

Mons. Romero, el Arzobispo de El Salvador asesinado el 24 de Marzo -80, una semana antes de su muerte en la Homilía del 4º Domingo de Cuaresma que tituló: “La Reconciliación de los Hombres en Cristo, Proyecto de Verdadera Liberación”, hizo un recorrido bíblico haciendo las siguientes afirmaciones Espirituales y Teológicas.

He aquí un fragmento literal de su homilía:
1. “Cuando el Anhelo de Dios por salvarnos se encuentra con la miseria del hombre que se arrepiente, se da entonces el gran abrazo que se llama: La Reconciliación.

2. En las circunstancias que vivimos de polarización e intransigencia de mucho odio a muerte, y un egoísmo insoportable, ése es un ambiente verdaderamente necesitado como nunca de reconciliación; proseguía Monseñor Romero.

3. Desde la creación, el Éxodo y toda la historia de Israel caracterizada por el pecado y las infidelidades; el arrepentimiento, los sacrificios, eran a la vez en el fondo un peregrinar y un intento de retornar hacia el edén perdido y por ello una búsqueda religiosa humana de reconciliación con Dios.

4. Pero solo se puede dar una Reconciliación con Dios, en Jesucristo depositario de su amor y su perdón. Cristo es la presencia de la reconciliación. Dichoso el hombre que encuentra a Cristo, quien revela al Padre porque ha encontrado al Dios que perdona. Pero además este Dios en Cristo vive cerquita de nosotros y Cristo nos da pautas para discernir su presencia: “Tuve hambre y me distes de comer”.

5. Comer de la tierra, tener tierra es señal de Reconciliación. La tierra es bendición y signo de Dios y por eso gime cuando los injustos la acaparan y no dejan tierra para los demás. No puede la tierra de un país estar en pocas manos, la tierra tiene que darse a todos porque es signo de justicia y reconciliación. No habrá verdadera reconciliación de nuestro pueblo con Dios mientras no haya un justo reparto de la tierra.

6. Este Dios quiere que los hombres comprendamos que los bienes terrenales hay que usarlos para acercarnos más a Él y para vivir la reconciliación de los hombres entorno a los frutos de la tierra.

El pecador es el hombre que no encuentra en sí mismo lo que lleva de Dios y por eso vive desordenadamente, prostituyendo todas las cosas, olvidándose que todo viene de Dios. Si se tuviera en cuenta que las haciendas, ganados y demás cosas es Dios quien les da el ser, no se usarían como instrumentos de injusticias, explotación y egoísmo.

La Reconciliación es el proyecto de Dios para salvar el mundo, no puede haber Reconciliación en el país sino es en Cristo Jesús por ello la Reconciliación es el servicio de la Iglesia al mundo, por eso actuamos como si Dios exhortara por medio nuestro: ¡Reconciliaos con Dios! “Pablo y yo no somos más que instrumento pecadores, pero por medio de nosotros Dios os exhorta a la Reconciliación.

7. “La Iglesia es misionera de la Reconciliación, tiene que decirles a unos y otros a pesar de sus opciones ideológicas y políticas que los diferencian, ámense y reconcíliense con Dios para que no sientas que tu eres el único dueños de las soluciones; aún en los modos distintos de amar que tenemos para el país, deben de respetarse esas diferencias por el Espíritu de la reconciliación”.

*Director Área Socio-Religiosa
Instituto “Martin Luther King”

Upoli


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