La ordenación sacerdotal de mujeres como "Delicta Graviora"


  • Diario de mujer




  • Recomiendo lejos leer esta sátira de Rosemary Redford


    La ordenación de mujeres como delicta graviora
    (Apuntes privados del Vaticano sobre una declaración relativa al abuso sexual,
    que dejó filtrar una secretaria encargada de digitar la declaración)


    Excelencias, nos encontramos reunidos aquí para definir una declaración sobre procedimientos canónicos sobre la manera en que las diócesis deberán tratar a los sacerdotes que abusan sexualmente de menores. Es un infortunio que tengamos que seguir trabajando este tema. Es obvio que ciertas fuerzas en los medios de comunicación y la sociedad laica hostiles a la Santa Iglesia Católica Romana han inflado el asunto de manera desproporcionada.

    Pero como el asunto continua en la agenda, resulta importante para nuestra imagen pública que aparezca como que sí tomamos esto en serio. Deberíamos publicar una declaración que parezca proporcionar directivas nuevas y firmes para el trato de estos asuntos, sin que realmente se hagan cambios significativos en la manera como lo venimos haciendo.


    Una de las características sobresalientes de la Santa Iglesia Católica es que nunca realmente cambiamos. Tenemos que tratar el asunto del abuso sexual por sacerdotes en la misma forma en que hemos venido haciéndolo desde hace 2000 años.
    Proponemos sin embargo que agreguemos algunos asuntos a esta declaración que tengan que ver con otros crímenes graves relacionados al abuso sexual. Un tema que amerita particular atención es el de la supuesta "ordenación de mujeres". Se trata de un desarrollo aterrador y parece salirse de todo control, en particular en Estados Unidos, en donde la gente carece de los valores auténticamente católicos de la obediencia a la autoridad.

    Tenemos entendido que hay unas cincuenta mujeres y unos cuantos hombres sexualmente anormales que pretenden ser ordenados como seudo-sacerdotes y hasta seudo-obispos, una perversión que tergiversa el significado fundamental de la ordenación y que está provocando un escándalo en nuestras iglesias.
    Como sabemos desde nuestras más antiguas tradiciones, no sólo no eran permitido ordenar a las mujeres a ningún nivel de las órdenes sacerdotales, sino que por su propia naturaleza ellas son incapaces, debido a su naturaleza femenina, de recibir el sacramento de las Santa Orden.

    Santo Tomás de Aquino lo clarificó en el siglo 13. Elucidó el hecho de que las mujeres son fundamentalmente defectuosas, tanto a nivel biológico, como moral y mental, por el mismo hecho de cómo fueron concebidas, en el cual el poder formativo masculino no logró forjar la materia pasiva femenina resultando un producto deficiente es decir una mujer.

    Claro que hoy en día ya no podemos decir eso así, gracias al poder del feminismo retrógrado en la sociedad, pero nos consta que es así y siempre ha sido así, pues fue proyecto de Dios desde la creación del universo.
    Intentar ordenar una mujer es como intentar ordenar un mono o un canguro. Sencillamente no "prende". Además, y esto es lo que necesitamos subrayar en esta declaración, tal intento de ordenación es un sacrilegio profundo y una ofensa contra la santidad misma del sacramento de la Santa Ordenación.

    Que un obispo le imponga las manos a una mujer para ordenarla es comparable al abuso sexual de un niño. En efecto, es peor que el abuso sexual de un niño.

    El abuso sexual de un niño por un sacerdote es un desliz moral deplorable de un individuo débil, claramente sexualmente anormales, cosa que ocurre con frecuencia, y la mejor respuesta a este hecho es enviando al sacerdote por un breve período de tiempo a asesoría para luego transferirlo a otra parroquia.

    No debería expulsársele del sacerdocio en la medida de lo posible. Los sacerdotes son preciosos y sus números no dejan de disminuir. Poseen mediante la ordenación el poder incomparable de confeccionar la eucaristía. Por eso debemos procurar perder el menor número posible.
    En cambio el intento de ordenar una mujer no sólo es una ofensa sexual, en cuanto el obispo impone sus manos sagradas en el cuerpo impuro de la mujer. Sino que es una contradicción viciosa de la naturaleza misma de la Santa Orden, un sacrilegio, como lo dije anteriormente. Este es el aspecto que lo convierte en algo mucho peor que los deslices morales de sacerdotes que abusan de niños. Esto es lo que debemos incluir en nuestra declaración sobre el abuso sexual. Se trata de un abuso a un nivel mucho más profundo que el meramente físico.

    Es un escándalo frente a toda nuestra santa jerarquía y la sagrada ordenación. Tenemos que ponerle un fin a eso inmediatamente y expulsar a todos los que han participado en ello de nuestras fronteras.
    Desafortunadamente no parecen estar escuchándonos.

    Al incluir esto en nuestra declaración, toda la iglesia quedará alertada sobre la gravedad de ese crimen, e inmediatamente se expulsará a esta gente depravada fuera de la iglesia, revelando que carecen de toda relación con Dios mediado a través de los sacramentos, sobre lo cual tenemos el control exclusivo.


    Una vez más: Roma habló, el caso quedó concluido.











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