Anatema a los pederastas

  • Diario de mujer


  • Comparto carta que Agustín Cabré Rufatt envió a un diario chileno.


    Señor Director:
    Les cuento que los llamados que han hecho los pastores de mi iglesia acerca de hacer penitencia y pedir perdón por los abusos a menores de parte de clérigos depravados me dejan "marcando ocupado", según el lenguaje popular. No logro entender que hagamos penitencia y nos vistamos de negro en días alegres. Y creo que para todo el pueblo es día de fiesta cuando se denuncia a los depredadores y se les lleva a la justicia.
    Ciertamente que hay un elemento de dolor en cuanto hay víctimas. Pero desde que se descubre a sus abusadores y las víctimas pueden salvarse de esos lobos con piel de oveja, hay un elemento de justicia, de consuelo, de dignidad recuperada, de alegría porque el peligro ya está controlado, aunque todavía haya que trabajar por la recuperación de tanto daño.
    Pero escucho que "la Iglesia debe pedir perdón y hacer penitencia". ¿Acaso no es la Iglesia -el pueblo creyente- quien ha sido víctima de algunos depredadores?
    El tema de fondo es que después de 45 años desde el Concilio Vaticano II, aún no cala en la conciencia católica el cambio fundamental que realizó la declaración conciliar: se sigue creyendo -como en la época antigua- que la Iglesia son el Papa, los obispos, los curas, las monjas... y todos los otros son... ¿qué son? Nada: un parvulario bautizado que solamente tiene que obedecer a un clero generalmente prepotente.

    Anatema a los pederastas


    Esta creencia está a todo nivel: hasta en las oraciones de la liturgia. ¿Se ha fijado que en la misa se hace oración, primero por el Papa, después por los pastores, por el clero, por los diáconos, y al final por el "pueblo de Dios"? Todo en estricto ordenamiento para que se sepa bien cuáles son los peldaños de esta escalera religiosa. Y este esquema se repite también en los medios de comunicación, en los discursos oficiales y privados, está igualmente en la conciencia popular. ¡El "padrecito" es más importante que cualquier otro bautizado! Mientras no se supere esta creencia, seguirán existiendo las clases sociales al interior de la iglesia.
    En este contexto se presenta el tema de los clérigos pederastas, como si ellos fueran la iglesia y las víctimas se ubicaran en una esfera distinta. En realidad es todo al revés: las víctimas son iglesia y los que se ponen fuera de órbita por sus actuaciones enfermizas y torpes son los violadores que se autoexcluyen de la comunidad eclesial.
    Por eso la palabra "anatema" que se lanza sobre ellos significa que quedan separados, amputados de la comunidad de los creyentes. Son ellos los que dejan de ser iglesia.
    Solamente la misericordia de Dios que abraza al arrepentido los puede reponer e integrar de nuevo a la iglesia que en mal día abandonaron.

    Agustín Cabré Rufatt

    Superior Provincial Misioneros Claretianos-Chile
    Carta aparecida en "El Mercurio"

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