“La situación de la mujer ante la presencia masculina en la Iglesia es análoga a la del colonizado. Ni se escucha ni se respeta su voz”.


Ayer viernes la Conferencia de Religiosos de Puerto Rico, presidida por el franciscano Ángel Darío Carrero, celebró sus 40 años de vida a través de distintas actividades entre las que se logra destacar la conferencia de la teóloga brasileña del eco-feminismo, Ivone Gebara.
Nunca está demás dejar en claro qué significa el Eco-Feminismo, este un movimiento que instituye un nexo común entre el ambientalismo y el feminismo, que demanda el derecho de las mujeres a hacer oír sus voces dentro de la Iglesia, voces con acentos diferentes a las masculinas, que a lo largo de la historia han sido tradicionalmente autoritarias.
“Teología como biografía: un diálogo abierto”, la teóloga Gebara participó en una conversación junto a la escritora Mayra Montero, moderando Darío Carrero.
Esta se realizó en torno a un nuevo paradigma eclesial donde se tome en cuenta la diversidad de elementos que conforman la Iglesia.
Que a pesar de la presencia de la mujer en la Iglesia primitiva, las voces femeninas siempre se han quedado confinadas a un plano más que secundario. Donde las voces masculinas han accedido una jerarquía ostensiblemente con estampas autoritarias, afirmando un canon y una práctica de las que resulta delicado desviarse.
Ivone Gebara dijo que: “La situación de la mujer ante la presencia masculina en la Iglesia es análoga a la del colonizado. Ni se escucha ni se respeta su voz”, . Aparte de figuras excepcionales como Santa Teresa y Sor Juana Inés de la Cruz, las religiosas han estado subordinadas a la influencia patriarcal de la jerarquía. Ha habido pocos cambios y han sido superficiales.
“La estructura básica de la Iglesia no ha cambiado”, afirmó.
Respondiendo a una intervención de la escritora Montero, quien describió la actitud sumisa de las religiosas ante los sacerdotes, la teóloga Gebara reveló la jerarquización de la dualidad hombre-mujer, unida a ella la tendencia de los hombres de ejercer la representación exclusiva de la colectividad.
“El gran pecado de la Iglesia”, expresó, “es la pasión por el poder”. A ello contrapone la teóloga un esquema horizontal, no vertical; relacional, no jerárquico, la búsqueda de lo sagrado en el otro. “El Evangelio”, dijo, “no es una doctrina; son cuentos que ilustran una actitud ante la vida y ante los demás”.
Durante el diálogo, Montero le preguntó: “¿Por qué cree usted en Dios? ¿Qué libertad le confiere la fe a un ser humano, a una mujer en específico?”.
“No puedo aducir razones específicas para creer en Dios”, contestó Gebara. “Creo que hay algo en las personas y en la naturaleza que va más allá de mí misma. Creo por la fuerza de la tradición teológica y filosófica cristiana, por la historia, por la literatura, por las películas y, sobre todo, por haber encontrado gente en mi camino que me enseñó cosas que no están en los libros de teología”. Y es libre, dijo, porque: “No quiero poner límites a mi pensamiento ni a mi acción, no importa las consecuencias que eso pueda tener para mí”.
Darío, el moderador objetó el que Gebara, dijera que “la Iglesia”, calificara solo a una institución monolítica y autoritaria y le indicó la presencia de mujeres en reuniones importantes como el Concilio Vaticano II y las reuniones de la CLAR (Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos) en Medellín y en Puebla.
A lo que la teóloga respondió con fuerza: “Si yo creyera que la iglesia Católica es monolítica no seguiría de monja”. Pero advirtió que la situación de la teología feminista es precaria.
“A la jerarquía sigue sin importarle lo que piensan o digan las mujeres. Ni en Medellín ni en Puebla se nos dio la posibilidad de exponer nuestra posición ni hubo lugar para la hermenéutica bíblica feminista”.

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