TEOLOGÍA MILITAR.
El Génesis.
Al comienzo Dios era libre y creó el cielo y la tierra. Pero poco después ya no era tan libre: tuvo la mala idea de crear los ejércitos celestiales.
A los Tronos y Dominaciones les gustaba mucho el orden; por este motivo obligaron a Dios adictar el Bando N° 1 y hacerlo colocar en el mástil mayor del Paraíso. El Bando N°1 decía así:
"Hágase la luz y funcione cada día hasta la hora de queda".
Llegada la hora de queda, todos los ángeles menores se retiraban a sus cuarteles respectivos a hacer pipí y a ensayar el toque de diana. Las Virtudes, Tronos y Dominaciones, así como los Arcángeles generales y Serafines condecorados, volvíanse a reunir para elaborar planes defensivos, tácticos ...
Al segundo día de la creación la milicia celestial se percató de que era inútil elaborar planes represivos si no había otros seres sobre los cuales ejercer su poder. Entonces solicitaron deDios la autorización escrita para poder crear cosas. Desgraciadamente, a pesar de la autorización otorgada, nada resultó posible: la milicia celestial sabía sólo crear cuarteles y ángeles todos exactamente iguales. Entonces Dios con cierta ironía dijo en voz alta: "A discreción... Atención... Firmmm..."
Cuando apareció el Bando N° 6, Dios reunió al Consejo de sus Arcángeles más condecorados
y les dijo: "Hay que hacer al hombre a nuestra imagen y semejanza..." Uno de los consejeros le preguntó si el hombre sería civil o militar; y Dios carraspeó sin atreverse a contestar sin antes meditarlo seriamente. Dios pensaba en el interior de su corazón que si creaba al hombre en materia y forma de soldado, éste se rebelaría haciéndole un tacnazo o un tancazo el día menos pensado; si lo creaba civil, en cambio, bastaba con darle una compañera igual a él para tener lo ocupado hasta el fin de los siglos. Así decidió Dios crear al hombre, varón y mujer, civil y democrático, inteligente, libre y frágil.
Pero esta decisión desagradó a las Fuerzas Celestiales. Se cree que por aquellos días apareció en el Paraíso la primera propaganda escrita en grafitos tricolores. Decía así: "Todo hombre debe ser soldado, todo soldado debe ser soldado"... Dios no hizo caso a tales letreros subversivos y de hecho creó al hombre, civil, y a la mujer con ganas de dominar la faz de la tierra. El nombre de la mujer es "Eva", que quiere decir "Coronela". Por este motivo algunos historiadores han pensado que hubo una transacción entre Dios y la Junta de Arcángeles.
Desde entonces Dios conserva algunos derechos propios de la asediad divina y en cambio, todos los civiles han de hacer el servicio militar. (Nota: en sánscrito la traducción exacta de"Eva" es "Sargento" o "Sargenta", según algunas versiones antiguas).
Todo el asunto de la manzana ha sido suprimido por la censura por ir contra la Ética Militar. Lo más importante, al fin y al cabo, es que Adán pecó; pecó en cuanto civil y no en cuanto hombre; esto significa que los civiles pecan. Y como todo pecado debe ser castigado, todo civil debe ser castigado. Esto dio origen al primer destierro que hubo sobre la faz de la tierra y fue así: los guardias del Paraíso, que eran todos además de arcángeles, héroes, descubrieron un
complot de Adán, quien se acercaba sospechosamente a Eva. Parece que la serpiente los
delató de ser comunistas y de andar piluchos día y noche ...
Bueno, hubo que echarlos fuera del
lugar de maniobras que estaba en el centro del Paraíso, lejos del Arbol del Bien y del Mal que
estaba lleno de secretos militares. Adán y Eva se alejaron cobardemente cubiertos con algunas
hojas de vegetales. No se atrevieron a resistir contra la cohorte celestial de miradas, y miradas
de ángeles y arcángeles con balas, metralletas y todo. Adán y Eva se fregaron por su culpa.
Porque si no se les echaba del Paraíso habrían dado muerte a todos los Tronos y
Dominaciones, a sus esposas e hijas, a los angelitos de la guarda y hasta el mismo Dios.
Así despojado el Paraíso de todo peligro civil, los ejércitos celestiales, pidieron quedar
tranquilos y dedicar todo el presupuesto eterno a pintar de verde todas las cosas, animadas e
inanimadas, que Dios había creado para regalo y trabajo del hombre.
De aquí se cree que
resultó el Reino Vegetal...
En cuanto al Reino Animal, los mejores teólogos piensan que es un
subproducto del cuartel angélico...
Después hubo un monumental desfile de todos los animales de dos en dos, todos ellos
hermosamente uniformados. Alineados y con el pelo corto.
Desde la tribuna, el hombre que
ya había hecho su Servicio Militar en las afueras del Paraíso, le puso a cada animal su nombre y
su número correspondiente, dio voces de mando y todos los animales le obedecían como un
solo hombre. A esto se llamó en la posteridad "espíritu de cuerpo". Algunos teólogos afirman
que el espíritu de cuerpo reemplaza a todo otro espíritu; de aquí provendría la innata idoneidad
que presentan ciertos animales para desempeñar cualquier cargo, tanto en lo que atañe a las
cosas naturales como sobrenaturales, humanas o divinas.
(Cuentan que en el siglo IV antes de
Cristo hubo un animal que ocupó el cargo de rector en una Universidad. Pero como
agudamente observan algunos autores esta aseveración no tiene visos de verdad, pues en el
siglo IV A.C. no existían universidades. N. del Trad.).
Como Dios prohibió que Adán y Eva comieran del único árbol reservado, cada uno de los
miembros de la Junta de Arcángeles prohibió también, bajo pena de muerte, que los civiles
comieran del fruto de cualquier otro árbol. Así todos los árboles quedaron prohibidos, lo que
es mucho más democrático. Los frutos del Arbol de Bien y del Mal y todos los demás frutos y
productos de la tierra, quedaron reservados para las fuerzas angélicas de aire, mar y tierra; y
hubo hambre sobre la tierra para todo hombre civil y todo animal doméstico.
Adán y Eva tuvieron dos hijos. Uno les salió marxista y el otro medio huevoncito. Al primero
se lo llevaron a Tejas Verdes que es el lugar donde confluyen los desperdicios de los cuatro ríos
que riegan el Paraíso, el Tigris, el Eufrates y el Pisón.
El cuarto no se nombra porque tiene
nombre escondido que es nombre de carabinero.
Los hijos de Adán tuvieron mucha descendencia: unos eran buenos y pocos: comían carne de
vacuno y se entendían bien con la Milicia Celestial; los otros eran malos y muchos: trabajaban y
sudaban, comían poco y tenían muchos hijos. Los primeros hacían sacrificios lindos: el
humito subía derecho al cielo y tenía olor a cigarro puro y a esencia o agua de colonia, que era
una especie traída del Oriente; los otros hacían fuego con lo que podían, olían a humo y
caminaban sobre la faz de la tierra marcados con la señal de los esclavos que es fácil discernir,
ya sea por la dureza de las manos, ya por la escasez de ropas, ya por el dejo de la voz o la
torpeza en el hablar.
Dios quería a los buenos y a los malos, pero quería más a los malos, no se
sabe por qué. Tal vez porque los malos no se creían dioses y lo pasaban harto mal en las
afueras del Paraíso, en los montes marginales, en las chozas hechas del limo de la tierra, en los 85
barriales, las lluvias, las pestes, las hambrunas y las enfermedades... Pero a la Milicia Celestial le
gustaba escarbar entre los buenos ricos.
Desaprobaban la conducta demagógica del que creaba
más pobres malos que ricos buenos. A las esposas de los Arcángeles les encantaba ir a la
peluquería de la gente buena y casar a sus hijos con las hijas de los hombres ricos.
De allí tuvo
origen la generación de los gigantes que no eran ni ángeles ni hombres, especie medio-pelo
(Kursi, en Sánscrito) característica por la rigidez del cuello siempre inclinado a la derecha, y por
su afición a los pergaminos, a la bandera y al orfeón de carabineros.
La Milicia Celestial y los Gigantes decidieron exterminar a los malos. Viendo que la Creación
constituía una situación tan extraordinaria y especial, declararon el estado de guerra en toda la
magnitud de la tierra, desde el norte hasta el sur y desde el oriente hasta el poniente. Por este
motivo la Corte Suprema Celestial estimó conveniente suspender por tiempo indefinido todos
los antiguos derechos humanos y divinos hasta nueva orden.
Los Magistrados y los Jueces se
encerraron en una torre para no escuchar los lamentos de los malos atormentados por los
buenos, taparon sus oídos con cera pura de la más legitima legalidad y vendaron los ojos de la
Justicia para que no viera, y cerraron los oídos de la Justicia para que no oyera. Así los
Gigantes y la Milicia Celestial ordenaron todas las cosas según el orden de Melquisedec,
derribaron las puertas con la fortaleza heroica de su poder, arrancaron la lengua de los que
habrían de protestar y encarcelaron a los que iban a turbar el orden, dieron muerte a los que a
lo mejor pensaban atacar, cortaron 50.000 prepucios de cananeos y 100.000 testículos de
filisteos. Y todo esto era agradable a los ojos de los buenos, que podían recuperar todas las
cosas que sus padres habían robado a los malos desde tiempo inmemorial. Y hubo ululato en
las regiones de los pobres que están más acá y más allá de los palacios de los buenos, y un
ángel exterminador clamaba: "Comprarás un huevo en un millón”.
Esteban Gmucio sscc
Esteban Gmucio sscc